Usualmente negrillas y subrayados son nuestros.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Raíces económicas del despotismo

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Las negrillas, separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

El Despotismo Oriental
Joaquín Hernández Callejas

La base económica del despotismo oriental

a) La primera figura del Estado aparece en la historia bajo la forma conocida con el nombre genérico de despotismo asiático o despotismo oriental. Los historiadores nos presentan esta forma de Estado desde Egipto, al noroeste de Africa, hasta el Japón pasando por todo el Asia. Este despotismo se caracteriza porque el monarca, llamado (faraón), sátrapa, déspota, tirano, califa, rajá, maharajá, mandarín, etc. reclamaba impuestos cada tres o cuatro meses en el año como una especia de "renta de la tierra". Al cabo de este lapso los pelotones militares se presentaban en las comunidades rurales agrarias y despojaban a las familias de campesinos de todo lo que habían almacenado en aquel corto período. Se llevaban granos, heno, frutos, animales y solo les dejaban los instrumentos de trabajo y escasos medios de subsistencia. La tierra era de propiedad de las comunidades agrarias, pero el dueño de la soberanía territorial era el sátrapa.

b) Este sistema comenzó aproximadamente unos siete mil años A.C. y se perfiló definitivamente con el establecimiento de las dinastías gobernantes cuyo registro está bien establecido en las de los faraones, las de los acadios entre los cuales se cuenta la de Sargón, las de los babilonios entre los cuales se haya Hammurabi, las de los hindúes contra los cuales se rebeló Sidharta Gautama "El Budha", las de China que Confucio organizó con una burocracia obediente y las del imperio del Sol Naciente que aún subsiste con el emperador Akihito.

c) Este régimen de gobierno despótico que ha durado casi nueve milenios ha tenido por base económica lo que los economistas han denominado "modo de producción asiático", que es una forma precapitalista que ha sido de difícil descomposición. Este sistema fue descubierto y escrito en sus memorias por el médico francés Francois Bernier, que fue el terapeuta de cabecera del Gran Mongol, que gobernó en Turquía Europea y Asiática, parte de Persia y el Turkestán de 1650 a 1700. Estas memorias fueron conocidas por Carlos Marx en 1852 y el 2 de junio escribía a Engels revelándole su asombro por la penetrante observación del galeno sobre el sistema de producción en que se desarrollaba la vida económica en aquellas regiones orientales. "He aquí" dice, "el secreto" de la milenaria "paz asiática" la "llave del cielo oriental", o sea el milagro de la inamovible mansedumbre del pueblo asiático.

En efecto: el modo de producción asiático se basa en el sistema de comunidades agrarias que "poseen colectivamente a perpetuidad la tierra y en donde tienen sus viviendas, sus pastizales, sus animales, sus bosques. Los campesinos son dueños del suelo que trabajan, en donde viven con sus familias y sus pertenencias, pero que no pueden vender ni enajenar de ningún modo. Propiamente el dueño es el monarca, el Gran Mongol, pero éste tampoco enajena esa tierra. De esa forma el campesino, o mejor dicho, la comunidad se halla tranquila y, segura y satisfecha; el sátrapa les da protección contra las invasiones de los nómadas y contra las penetraciones extranjeras. Por estas razones las comunidades no se rebelan contra las recaudaciones periódicas de impuestos.

Este sistema es similar al de los Incas, Chibchas, Maya-Quichés y Aztecas a la época del descubrimiento de América.
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El Estado y su pretendida esencia mítica

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El Estado y el Mito
Joaquín Hernández Callejas

El Estado es definido de distintas maneras, pero, en esencia, tienen el mismo objeto: "una organización total de la Sociedad", "la organización jurídica de la Sociedad"; "la autoridad soberana que ejerce el gobierno de las cosas y de las personas dentro de un territorio nacional"; "el poder organizado de una nación"; "una de las formas históricas posibles y concebibles, por la que una comunidad política institucionaliza su unidad, y asume la responsabilidad de su destino nacional".

A esta figura social, jurídica e histórica, se le han atribuido varios elementos, cualidades o propiedades que invaden los linderos de lo mítico. Esos elementos, cualidades o propiedades son: eternidad, divinidad, consubstancialidad (a la naturaleza del hombre), inmanencia (en la esencia de todas las cosas, en el macrocosmos y en el microcosmos); inherencia total (en la esencia de la sociedad humana) anterior a las partes (individuo, familia, sociedad), realización objetiva de la idea, etc. La metafísica racionalista e idealista se ha enseñoreado justificando de la manera más acusiosa y refinada tales atributos. Y así el Estado ha pasado a ser considerado como una entidad mágica, mística y suprema que todo el mundo intuye como un demiurgo: un dios o un demonio, fantástico...

La investigación sociológica, económica, histórica y política de los pueblos, ha venido a demostrar que el Estado es un producto histórico de la sociedad que ha llegado a cierto grado de desarrollo y que, de elemento armonizador de las diferencias con que apareció, se ha convertido en instrumento de dominación por las clases poderosas con el doble objeto de mantener su superioridad y sus privilegios, con lo cual queda destrozada su pretendida esencia mítica.
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domingo, 28 de noviembre de 2010

El Estado como forma de dominación y explotación

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Algunos de los conceptos creados por Oppenheimer, que nos parecen cruciales, son sus clasificaciones del Estado. Al decir de Ayala, para Franz Oppenheimer, el Estado en su evolución, tiene tres fases claramente diferenciables: Estado Prehistórico, Histórico y Posthistórico. Es una clasificación que evoca la teoría de la disolución del Estado, en las corrientes de pensamiento anarquista y socialista.

http://www.franz-oppenheimer.de/ayala/Ayala03.pdf

El concepto de "política real" o "realpolitik", también está asociado al pensamiento de Oppenheimer.

Todas las personas relacionada directamente con la Política, como Ciencia o como Práctica, nos parece, debemos necesariamente estudiar con acusiosidad a Franz Oppenheimer. Como se puede notar en la nota biográfica a continuación, es uno de los teóricos influyentes, independientemente de la aceptación o rechazo de sus teorías, en Sociología Política y Teoría del Estado y del Poder.

Las negrillas, sangrías, separación y supresión de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Franz Oppenheimer
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Franz Oppenheimer (Berlín, 30 de marzo de 1864 - Los Ángeles, 30 de septiembre de 1943) fue un sociólogo y un economista político alemán, que publicó también en el ámbito de la sociología fundamental del Estado.

Vida personal

Tras estudiar medicina en Friburgo de Brisgovia y Berlín, Oppenheimer practicó medicina en Berlín desde 1886 hasta 1895. Desde 1890 en adelante, se empezó a preocupar por cuestiones sociopolíticas y la economía de corte social. Dejada su actividad de médico, fue el editor jefe del magazine Welt am Morgen, donde se hizo conocido con Friedrich Naumann, quien en ese época, trabajaba a domicilio para varios diarios.

En 1909, Oppenheimer obtuvo un doctorado en Kiel con una tesis sobre el economista David Ricardo. Desde 1909 hasta 1917, Oppenheimer fue Privatdozent en Berlín, entonces por dos años de Titularprofessor. En 1919, aceptó la cátedra para Sociología y Economía política teórica en la Universidad Johan Wolfgang Goethe en Fráncfort del Meno. Era su primera cátedra dedicada a la sociología en Alemania, y el único que la tuvo antes de 1929.

Entre 1934 y 1935, Oppenheimer enseñó en Palestina. En 1936 le designaron miembro honorario de la American Sociological Association. Desde 1938 en adelante, enseñó en la Universidad de Kōbe en Japón.
Tras emigrar a los Estados Unidos (1924), se convirtió en un miembro fundador del American Journal of Economics and Sociology.
Ideas
Ludwig Erhard estudió economía con Franz Oppenheimer y fue influido fuertemente por las ideas de la política económica "socialista liberal" de Oppenheimer que trataban de situarse en el punto medio del socialismo y el liberalismo.
Albert Jay Nock aunque fue un anarquista crítico del socialismo, estuvo profundamente influido por el análisis de Oppenheimer de la naturaleza fundamental del Estado.

Los orígenes del Estado

Al contrario que John Locke y otros, Oppenheimer rechazó la idea del "contrato social" y contribuyó a la "teoría de la conquista" del Estado:
El Estado, totalmente en su génesis, esencialmente y casi totalmente durante las primeras etapas de su existencia, es una institución social, forzada por un grupo victorioso de hombres sobre un grupo derrotado, con el único propósito de regular el dominio del grupo de los vencedores sobre el de los vencidos, y de resguardarse contra la rebelión interior y el ataca desde el exterior. Teleológicamente, esta dominación no tenía otro propósito que la explotación económica de los vencidos por parte de los vencedores.
Ningún Estado primitivo conocido en la historia se originó de otra manera. [1] Donde quiera que haya una tradición confiable divulgada de otra manera, cualquiera que se refiera a la amalgamación de dos estados primitivos completamente desarrollados en un cuerpo de una organización más completa; o bien es una adaptación a los hombres del fable de las ovejas que convierieron a un oso en su rey para que las protegiera contra el lobo. Pero incluso en este último caso, la forma y el contenido del Estado se conviertió precisamente en lo mismo que en esos estados donde nada intervino, los cuales se conviertieron inmediatamente en "estados de lobos". (p 15)

Los medios económicos y políticos

Oppenheimer también contribuyó a una distinción vital sobre cómo los seres humanos obtienen sus necesidades:
Hay dos medios fundamentales opuestos que impulsan al hombre, requeriendo sustento, para obtener los medios necesarios para satisfacer sus deseos. Estos son el trabajo y el robo, su propio trabajo y la apropiación por la fuerza del trabajo de otros.
¡Robo! ¡Apropiación por la fuerza! Estas palabras nos transportan a ideas del crimen y de la penitenciaría, puesto que somos contemporáneos de una civilización desarrollada, basada específicamente en la inviolabilidad de la propiedad. Y esta espiga no se pierde cuando nos convencen de que el robo de la tierra y del mar es la relación primitiva de la vida, como el comercio del guerrero, que también es durante mucho tiempo simplemente un robo total organizado, constituye la más respetada de las ocupaciones. Ambos debido a esto, y también a causa de una necesidad de tener, en un futuro desarrollo de este estudio, conciso, claro, términos agudamente opuestos para estos importantes contrastes, propongo la siguiente discusión de llamar al trabajo de uno mismo y al intercambio equivalente de su propio trabajo por el trabajo de otros, los "medios económicos" para la satisfación de necesidades, mientras que la apropiación no recompensada del trabajo de otros será llamada "medios políticos". (pp. 24-25)

Albert Jay Nock introdujo estos conceptos para los lectores estadounidenses en su libro Our Enemy the State. Sus ideas de mercado y política, especialmente sobre los medios económicos versus los medios políticos, influenciaron las tesis de Murray Rothbard, a través de Nock y Frank Chodorov.[1]

Las ideas de socialismo de mercado de Oppenheimer están en línea con las de otros autores como Thomas Hodgskin y anarquistas como Benjamin Tucker o Kevin Carson.[2]

Escritos

Franz Oppenheimer creó una extenso repertorio consistente en aproximadamente cuarenta libros y cuatrocientos ensayos que contienen escritos sobre sociología, economía, y las cuestiones políticas de su tiempo. Uno de los más renombrados ha sido Der Staat (El Estado).

Referencias

↑ Anarcho-Capitalism: An Annotated Bibliography, Hans-Hermann Hoppe
↑ Socialist Definitional Free-for-All: Part I, Kevin Carson

Obras

A First Program for Zionist Colonization. (1903)
The State. (1914/1922)
The Idolatry of the State. (1927)
History and Sociology. (1927)
TENDENCIES IN RECENT GERMAN SOCIOLOGY (Sociological Review, Vol. 24, 1932)
A Post-Mortem on Cambridge Economics. (1943)

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viernes, 3 de septiembre de 2010

Postulados divergentes de ALBA y ALCA

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Comparación de Postulados de la Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA y de la Alianza de Libre Comercio para las Américas, ALCA

"Clic" sobre el cuadro para verlo ampliado.

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lunes, 23 de agosto de 2010

Hacia la Democracia Participativa

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

EL SALVADOR: MITOS DE LA DEMOCRACIA BURGUESA
Oscar A. Fernández O.

Muchos países nos autodenominamos democráticos. Es común que las personas entendamos la democracia desde una perspectiva ficticia, no real. Esto es generalmente así, por que los poderes de facto y sus gigantescas maquinarias de propaganda se encargan de martillar sobre nuestras cabezas, todos los días, que democracia es lo que ellos dicen que es. Por lo tanto, nuestros pueblos viven aferrados a mitos, creyendo en situaciones que no son realidad.

La mayoría de las sociedades contemporáneas hacen gala de gobernarse por los ideales y principios de la democracia. Pero muy distinta es la realidad, pues no es fácil comprender esta forma de vida social y mucho menos practicarla.
Hay quienes confunden la democracia con uno de sus instrumentos o mecanismos: el voto, por el cual elegimos a quienes nos “representarán” en determinados cargos u organismos, y supuestamente serán nuestros voceros.
Pero todos conocemos lo frágil de esta democracia “representativa” y los caminos torcidos que la convierten en instrumento de manipulación y de imposición de la voluntad de grupos o individuos, sobre los demás.

El que un pueblo acuda a las urnas a elegir a sus gobernantes mediante el voto y que existan varios partidos y movimientos políticos, o se inscriba para la contienda a candidatos independientes, no significa que el país sea en realidad un Estado de Derecho o una democracia. La verdadera democracia, es decir en la que el pueblo esculpe su presente y decide su futuro, controlando y verificando la eficacia de sus instituciones públicas, se construye y desarrolla con una serie de parámetros y resultados, que generalmente se ocultan ante el pueblo. El que el pueblo elija bajo un sistema electoral censitario y sus autoridades sean votadas por mayoría, no implica necesariamente un régimen democrático.

Varios sistemas llamados democráticos, es decir con elecciones aparentemente libres, tienen una estructura frágil, El Salvador es uno de ellos, dónde las bases fundamentales carecen de una sólida ordenación que garantice el engranaje necesario para que el ciudadano se sienta debidamente representado y con los niveles mínimos garantizados para un nivel de vida digna.
En este caso, cuando las instituciones públicas han sido reducidas casi a la mínima expresión por una dictadura de facto sustentada en el poder económico ultraconservador, la situación de la democracia es aún más cuestionable.
En una autentica democracia, un ciudadano que no cuente con los recursos necesarios para suplir sus necesidades básicas de manera privada, puede recurrir al Estado, el cual está obligado a ayudarle.

El hecho de que la elección de las autoridades públicas, en los actuales términos no está generando un vínculo entre el elector y el elegido, sea este por planillas de partidos o por individuos de una circunscripción electoral, se debe a que después del voto dicha vinculación generalmente afectiva más que política, se desvanece y pocas, muy pocas veces se vuelve a tener un contacto efectivo y eficiente, lo cual provoca que se siga generando una percepción de distancia del ciudadano con el hecho político.

Por ejemplo, en la democracia liberal, que en realidad es un gobierno de oligarquías, usualmente el legislador tradicional es el funcionario que está allá, lejano, inaccesible y que responde a sus propias lógicas, pues una vez electo no tiene ninguna obligación de responder al ciudadano.
En este ámbito, los recursos públicos, por ejemplo, son un patrimonio del cual disponen los funcionarios públicos, que generalmente no se asumen como una exacción de la riqueza del trabajo de cada uno de nosotros.
Donde ese tipo de distancias entre lo político y lo institucional y la realidad y la dinámica de los ciudadanos afecta, de manera cada vez más seria, la consistencia misma de la operación democrática del poder público, hace que se justifique la necesidad de encontrar mecanismos en donde volvamos a vincular al elector con el producto de su elección, es decir, con el electo.

Algunos pensadores caracterizaron al mundo occidental moderno de manera mistificadora como el reino de la libertad y la democracia. Incluso llegaron a afirmar que en eso se distinguía la época moderna del antiguo régimen.
Políticos que gobiernan las más importantes sociedades occidentales de nuestros días todavía promueven opresiones, tiranías y guerras en nombre de tales valores. Sus propagandistas afirman que en estas últimas décadas hemos asistido al triunfo definitivo de la Democracia y del libre mercado que la sustenta. Hemos llegado de esta manera al Fin de la Historia, de la Ideologías y de las Utopías.
Lo cierto es que el mundo occidentalizado tiene la peculiaridad de ser atravesado por dos tendencias opuestas, que se combaten: la del capitalismo y la de la democracia participativa. De la lógica de la oligarquía capitalista viene la racionalidad dominadora (de lo económico enajenado), la explotación (del hombre y de la naturaleza) así como la re-funcionalización de viejas opresiones, con su secuela de desigualdades e injusticias; tal es su tendencia a la sociedad de desiguales.

De la tendencia de la democracia participativa y autonómica, emancipadora y libertaria, viene el pensamiento crítico ilustrado y los diversos movimientos populares que han derribado monarquías, independizado países, conquistado derechos y libertades individuales y colectivas, sociales y políticas; esa es su lógica civilizadora.

La concentración del poder económico, la profundización de la pobreza, la desintegración social y el fracaso en la educación son las causas estructurales del quiebre entre la sociedad civil y el sistema político, permitiendo a su vez, la instalación de regímenes arbitrarios y parciales como en los últimos veinte años, sostenidos por el liderazgo de una derecha cada vez más recalcitrante y cercana al fascismo.

La relación entre ideal democrático y realidad política es en extremo compleja debido a que las instituciones y los procedimientos en los que la democracia burguesa se concreta, responden a procesos históricos y políticos específicos, así como a la elección y concreción de opciones diversas. En El Salvador, los partidos de la derecha tradicional, retardadores de la democracia luchan por sostener y eternizar un sistema político que ya no responde a las necesidades histórico-políticas de la sociedad que persigue más democracia y transparencia en el manejo del Estado. Un Estado que ha sido debilitado, hasta casi ser disfuncional, producto de la desregulación del mercado y la privatización de lo público.
Se impone por lo tanto, el análisis científico del problema del sistema político y su rediseño, obviando las salidas fáciles y reformistas, que terminan reforzando un sistema de exclusión y falsa representación.
Tenemos que decir, que las elecciones dentro de condiciones políticas legalmente limitadas, no sólo constituyen un mecanismo que simula la voluntad política de las mayorías, sino que además, configura la práctica de la demagogia y del voluntarismo de los poderes oligárquicos de facto, para hacer pasar su sistema como una gran estructura participativa que de modo “efectivo” y “real” entrega el mando político soberano a los “ciudadanos”. En la democracia burguesa la participación y el control político “ciudadano”, no son otra cosa que un eufemismo, que busca ocultar el verdadero carácter y la naturaleza anti popular del Estado manejado por el poder económico sin rostro. Ahora bien, en El Salvador, el FMLN ganó a pulso su autentificación como partido político y participa dentro este sistema político, con la diferencia de que no ha llegado para legitimarlo, sino para luchar por los cambios trascendentales que le den al pueblo el verdadero control del Estado y el poder de decisión y participación, usurpado permanentemente.

En este contexto, el nuevo auge de la izquierda mayoritaria en el país es la consecuencia lógica de entender plenamente que la efectividad y la profundización de las democracias, pasa por recolocar la representación y la participación social como origen y sustentación de lo político. Sólo así se puede marcar la diferencia con las corrientes reaccionarias elitistas y burocráticas, cuyo argumento de batalla para consolidar el Poder económico como el Poder absoluto, se basa en liquidar al Estado y deslegitimar la representación popular.
Si nuestra apuesta es la democracia “de verdad”, y el combate a la desigualdad y la conflictividad creciente es lo prioritario, no se debe permitir que el Estado continúe siendo una asociación de oligarcas, ni un simple mediador de conflictos. Debe recuperar su naturaleza histórica de custodio de los derechos de todas las personas y la garantía de un orden legítimo y plural. Debe reivindicar el derecho de representar la solidaridad de la ciudadanía, reconstruyendo un sentido común de identidad nacional.
El estado capitalista, tenga la forma de gobierno que tenga, no deja de ser la dictadura clasista de la oligarquía. Simplemente no puede ser de otro modo, por cuanto los intereses de esta clase son totalmente hostiles a los intereses del pueblo. En este presupuesto, la libertad política será el centro del problema cuando consideramos la relación entre el ciudadano y el Estado, desde el punto de vista del ciudadano. Si lo hacemos desde la perspectiva del Estado burgués ipso facto deja ser relevante la libertad política.
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miércoles, 11 de agosto de 2010

Nota sobre el nacimiento de la Sociología

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Nota sobre el nacimiento de la Sociología
Carlos Evaristo Hernández
Agosto 2004

La Sociología como ciencia, nace a mediados del siglo XVIII. Se considera que fue fundada por Augusto Compte y el Conde de Saint Simon. Desde sus inicios la Sociología se perfila como Ciencia de la Contradicción Social humanizando la controversia en sus dos fundadores: el consenso en Compte y el conflicto, en Saint Simon. Aunque Compte y Saint Simon concebían a la "física social" como la Ciencia del Consenso y el Conflicto Social, interrumpieron su trabajo teórico y práctico conjunto porque para uno, Compte, la tendencia era hacia el consenso social y para otro, Saint Simon, la tendencia era hacia el conflicto social, y no era solamente un problema teórico sino también práctico, revolucionario.

Saint Simon participó en la Revolución que dio origen a los Estados Unidos de América en lo que Compte era un exitoso académico enamorado de una prostituta.

El premio histórico no siempre reconoce al más valiente, inteligente y más consecuente. Se reconoce como el fundador de la Sociología, precisamente porque tuvo más tiempo y oportunidades de sistematizarla, a Augusto Compte; Saint Simon, al final de sus días vivió con grandes dificultades e intentó suicidarse, quedando desfigurado por la trayectoria de la bala en su rostro, después de este suceso, al parecer, Saint Simon no volvió a tener propósitos suicidas. Solamente el Socialismo, como Ciencia, rescata a Saint Simon como uno de los grandes Socialistas Utópicos, en tanto que a Compte, Marx o Engels, los fundadores del Socialismo Científico, prácticamente no lo mencionan, y en una ocasión que Marx se refiere a Compte, es simplemente para expresar una frase de desprecio.

La Sociología como Ciencia tiene ahora muy pocos detractores en el sentido de reconocerla como una Ciencia, es decir, como un cuerpo estructurado y sistematizado de conocimientos, agrupados en una teoría general y en teorías específicas, que resultan de sus aplicaciones, y que generan de manera correspondiente, leyes, conceptos y categorías sociales.
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martes, 10 de agosto de 2010

Principales problemas para un análisis político

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Para nosotros el objetivo del análisis político es:

1. Determinar las clases sociales y su forma de ejercer o luchar por el poder estatal.

2.Caracterizar sociológicamente además de las clases sociales las capas, estamentos e instituciones sociales y sus instrumentos de poder especialmente los partidos y los medios de comunicación de masas.

3. Caracterizar las formas de manipulación y conformación de la conciencia de sus intereses; las causas, efectos y finalidades especialmente las económicas por las que se pretende o defiende un poder individual y colectivo.

4. Establecer la correlación de fuerzas sociales, sus formas de agrupamiento y participación en procesos, procedimientos, métodos y mecanismos para tomar o mantener el poder estatal.
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domingo, 30 de mayo de 2010

Costo de la corrrupción subdesarrollada del 2009

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Las negrillas, sangrías, separación y supresión de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

http://www.informador.com.mx/economia/2009/152216/6/corrupcion-cuesta-a-paises-pobres-hasta-40-000-md.htm

Consultado el Martes, 11 de Mayo de 2010

Corrupción cuesta a países pobres hasta 40. 000 MD
Noviembre 2009

Los mercados emergentes y los centros financieros se están convirtiendo en refugios de activos robados. (...)

Adoptar la convención de las Naciones Unidas brindaría un marco para luchar contra la corrupción.

La corrupción le cuesta a las naciones en desarrollo unos 20.000 a 40.000 millones de dólares cada año.

DOHA, QATAR.-

La corrupción le cuesta a las naciones en desarrollo unos 20.000 a 40.000 millones de dólares cada año, mientras los mercados emergentes y los centros financieros se están convirtiendo en refugios de activos robados, dijo el sábado una funcionaria del Banco Mundial.

La directora de gestión, Ngozi Okonjo-Iweala, dijo que era necesaria una "acción mundial concertada" de los estados desarrollados y en desarrollo para detener el flujo de fondos ilícitos e instó a Gobiernos a ratificar la Convención Contra la Corrupción de las Naciones Unidas (UNCAC).

"Hay una estimación de que 20.000-40.000 millones de dólares por año, en términos de activos robados mediante corrupción, dejan los países en desarrollo para ir a países desarrollados cada año", dijo a Reuters Okonjo-Iweala, una ex ministra de Finanzas nigeriana, antes de una conferencia anticorrupción.

"Ahora, cada vez más, hallamos que países de mercado emergente (y) centros financieros también son albergues para este dinero", agregó.

La funcionaria del Banco Mundial dijo que el compromiso del Grupo de las 20 naciones (G20), reunidos este fin de semana en Escocia, para ayudar a evitar egresos ilícitos de capital y buscar el retorno de activos robados a los países en desarrollo, era un bienvenido primer paso.

"Ahora lo que debemos hacer es pasar a la acción", dijo.

"Los países desarrollados que tienen estos activos tienen que implementar la convención UNCAC y enviar estos activos de vuelta, y los países en desarrollo deben pasar a pedir asistencia de países desarrollados", añadió

Adoptar la convención de las Naciones Unidas brindaría un marco para luchar contra la corrupción, dijo, y ayudaría a superar obstáculos legales en diferentes jurisdicciones.

"Así que si los países realmente quieren hacerlo, pueden porque pueden obviar todos los requisitos legales, congelar los activos, tomarlos y enviarlos de vuelta", dijo.

Okonjo-Iweala dijo que espera que la convención anticorrupción de la ONU no sea sólo un bonito plan, sino que cada país lo firme.

"Cuando uno lo ratifica, tiene que adaptarlo dentro de su propio ambiente legal", dijo.

CRÉDITOS: Reuters / BDVG Nov-07 17:15 hrs
(...)
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lunes, 26 de abril de 2010

El Derecho Criminal

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

CRIMEN, DERECHO Y CAPITALISMO

El Derecho Penal capitalista, por sí solo, como lo hemos dicho en un escrito anterior, protege a sólo a una minoría de la población.

Oscar A. Fernández O.(*)

No conocemos ni nos explicamos completamente nuestra existencia contemporánea, porque nuestra comprensión del pasado como del presente se encuentra mitificada por una ideología (visión falsificada de la realidad) que nos miente y nos engaña constantemente y sólo sirve para preservar el orden económico-social, político-jurídico vigente.

Si se quiere eliminar la explotación y la opresión de nuestra realidad, debemos reflexionar críticamente y en forma activa acerca de nuestras propias opiniones y práctica cotidianas, comprendiendo dialéctica e históricamente la cosmovisión del mundo que nos rodea. Marx, precisa que: "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia".

En tal sentido, debemos entender que cualquier posibilidad de una vida distinta resultará únicamente de nuevas ideas que se formen cuando modificamos nuestra concepción de la realidad y de nuestro modo de vida, siendo necesario para ello un nuevo punto de partida intelectual, espiritual, político, comprendiendo que son los pueblos quienes hacen su historia por su acción según su voluntad, que es la expresión de sus ideas (ideología), las que proceden de sus condiciones de existencia material, de su pertenencia a una clase. Por lo que, solamente con una explicación teórica de nuestra práctica y de nuestras ideas podremos empezar a construir un país mejor. Estamos obligados, si nuestro objetivo es liberarnos, a crear pensamiento alternativo, coherente y correspondiente con la época histórica que nos ha tocado vivir.

En el campo del régimen legal, nuestro pensamiento se limita a confirmar una ideología oficial que respalda el orden social y económico vigente (statu quo)

Mientras no se comprenda la naturaleza del derecho en la sociedad capitalista neoliberal, seguiremos sujetos a una realidad opresiva.

De lo señalado diremos entonces, que, se necesita una filosofía crítica-marxista del orden legal imperante, que permita encarar y procurar el logro de una nueva realidad.

Únicamente con una comprensión real del significado del orden legal, a través de una Teoría crítica dialéctica e histórica, será posible superar el presente y crear una existencia alternativa al orden imperante de los grandes capitalistas, por cuanto, el objeto final de una filosofía crítica del orden legal, es la liberación que se logrará a través de una crítica de una acción revolucionarias de los seres humanos, permitiéndonos salir de esta manera de la ideología burguesa y de sus condicionantes.

El Derecho Penal capitalista, por sí solo, como lo hemos dicho en un escrito anterior, protege a una minoría de la población: a los explotadores a los detentadores del poder económico y político y por ende propietarios de los medios de producción, en desmedro de las grandes mayorías, carentes de bienes y propiedad privada de los medios de producción, y que solo son dueños de su fuerza de trabajo (desocupados, explotados, oprimidos, pobres, excluidos sociales), impidiendo así el sistema jurídico que las clases desposeídas adquieran poder, o mejor dicho lo ejerzan ya que les corresponde históricamente.

En otras palabras diríamos que tener fe ciega en los parámetros legales estipulados por el Derecho penal, y aceptar la explicación y descripción de los fenómenos del crimen y la violencia generalizada, sin el mayor análisis crítico es caer en una postura subjetiva y dogmática, al creer en la "cientificidad" de esta perspectiva de estudio del delito, de tendencia técnico jurídico y acrítica.

Las tasas de criminalidad de cualquier Estado también constituyen un índice de la medida en que la clase dominante, a través de su aparato de derecho punitivo, debe ejercer su coerción sobre el resto de la población evitando de esa manera cualquier amenaza a su capacidad de poder y poseer. Así, la ley penal como medio de coerción para el establecimiento del orden interno en interés de la clase dominante, se convierte en una premisa fundamental de la crítica radical sobre el crimen.

En El Salvador impera un capitalismo selectivo en donde no hay una economía abierta a los más pobres que son la mayoría, sino abierta a la globalización y a la especulación del capital transnacional, esto se explica debido a que existe una mala e injusta distribución de la riqueza social, de la renta nacional per cápita y tiene como complemento un alto índice de desempleo y más del 40% de subempleo o empleo informal. Con la desregulación del trabajo laboral se ha intensificado la explotación del trabajo sobre todo juvenil, incrementando la pobreza, la desocupación y la exclusión social, favoreciéndose los grandes señores capitalistas dominantes.

Esto ha demostrado en los hechos que el neoliberalismo como respuesta a la crisis de desarrollo, no sólo ha sido incapaz de resolver las necesidades básicas de la población como: salud, educación, trabajo, etc., sino que por el contrario ha agudizado las enormes diferencias existentes en nuestra sociedad actual, haciendo más pobres a los pobres y enriqueciendo más a los ricos todo por su afán de acumular más riqueza.
Es un modelo basado en la violencia, que por lógica engendra violencia.
Comprender que el sistema legal no está al servicio de la mayoría de la población nacional, sino de los intereses de la clase dominante, es el punto de partida de una comprensión reflexiva, crítica y radical del derecho penal en la sociedad capitalista neoliberal.

"La clase dominante logra mediante su empleo del sistema legal preservar un orden interior que permite a los intereses económicos dominantes conservarse y promoverse. La clase dominante sin embargo, no ejerce el control directo del sistema legal, sino que debe operarlo a través de los mecanismos del Estado".

La visón burguesa acerca del delito común se ciñe estrictamente al acto violento cometido por uno o más individuos en contra de la propiedad o de la integridad física a terceros y su solución es de exclusiva responsabilidad del Estado, quien debe ejercer la violencia legal para controlarla o erradicarla, quedando la comunidad a merced de las medidas policiales y judiciales que se implementan para tal fin.

El delito no es una anomalía, es el resultado insoslayable de la existencia del modelo de explotación y expropiación en la sociedad capitalista, que promueve un capitalismo salvaje.

El origen del delito es de carácter estructural, es inmanente al tipo de relaciones de propiedad, de producción y de intercambio que se dan dentro de ella.

La reproducción del capitalismo se presenta no sólo como producción y distribución de mercancías, también como reproducción de individuos carentes de medios de subsistencia que se ven obligados a venderse al capitalista (y esto es necesario para la preservación del sistema) pero como no todos logran incorporarse al sistema productivo –ya que este es incapaz de absorberlos en su totalidad-, se origina una "masa" de desposeídos (ejército de reserva los llamaba Marx) que no pueden garantizar en absoluto su existencia;

esta "masa" privada de todo medio de subsistencia se ve empujada a saciar sus necesidades básicas de manera instintiva e inmediata; ya no se le presentan opciones entre lo correcto o no, lo deseable o no; ahora es un asunto de perentoria supervivencia del individuo, del marginado, del execrado del disfrute de la riqueza que produce la propiedad privada, obligándose a esa "masa" a delinquir.

El drama histórico de nuestro tiempo es que la burocracia del Estado y el sistema político corrupto, debaten acerca del delito y sus consecuencias, logrando que pase desapercibido el carácter de clase capitalista del Estado, su verdadero fundamento o contenido social.

El Estado de los hombres más ricos ha planteado el debate en términos que nada tienen que ver con la supuesta defensa de los derechos de la “ciudadanía” o de los “intereses generales” de las “personas”, ni con los derechos históricos nacionales, sino con el dominio o la decisión de rescatar y fortalecer el modelo neoliberal y perpetuar una sociedad excluyente, necesaria para el desarrollo del mercado que se sustenta en la desigualdad.

(*) Profesor e investigador universitario. Asesor de la Fracción Parlamentaria e integrante del Consejo Asesor del FMLN, de El Salvador, América Central.
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domingo, 18 de abril de 2010

Lumpenpolítica

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Tomado de:


Lumpenpolítica

Carlos Gabetta
Director de Le Monde diplomatique, Edición Cono Sur

"Urgido por la necesidad de encontrar la manera de denominar a los grupos marginados del proceso de producción capitalista, carentes de toda conciencia obrera, incultos y embrutecidos y por tanto fácil presa de la demagogia o el mesianismo, Carlos Marx acuñó hace un siglo y medio el término lumpenproletariat, lumpenproletariado.

"Lumpen" significa "harapo": trozo que cuelga roto de un traje u otra prenda; andrajo, guiñapo, pingajo, según María Moliner.

El éxito del término y su uso extensivo han alterado y precisado su sentido. El harapo se ha desprendido de su prenda original; es un trozo aislado, abandonado; su destino, ya cerrado, es la suciedad y el mal olor.
La alteración de significado va más allá: nadie asocia "lumpen" con un trozo de género, sino con el modo o condición social de ciertas personas o grupos.

"Actualmente se usa para designar a los grupos sociales más marginados" (Moliner).

La precisión se da en que "lumpen" es un modo y condición, pero ha devenido una conducta social.

En definitiva, decimos de alguien que es lumpen ya no tanto por su pertenencia de clase, sino por su conducta asocial, apartada y carente de toda norma, ética o estética, en definitiva incomprensible y peligrosa para el ciudadano común y el conjunto.
El apócope se ha desprendido de proletariat y es de uso variable.

Puede aplicarse por ejemplo a "política": lumpenpolítica.(...)"

Número 7, enero de 2000

viernes, 9 de abril de 2010

Las penalidades políticas de El Salvador

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

EL SALVADOR: PENAS Y PENAS Y PENAS...

Óscar A. Fernández O.

Este pobre país de pobres, tiene en su corta vida más penas que glorias y nuestros políticos siguen pensando que con más castigo lo haremos mejor, ¡una forma muy simple de explicarse la realidad!
En realidad, en un sistema como el nuestro lo que se castiga es la pobreza mientras se exalta el poder al margen de la decencia y los valores humanistas.
De que sirven las penas cuando la impunidad es la regla del juego, producto de un Estado debilitado y corrompido por intereses espurios. Un Estado que fue vendido al mejor postor.

Hojeando la pila de libros que nos legó mi padre (¡sabia herencia de toda una vida dedicada al Derecho!) y aunque yo no soy Jurista si no mas bien un fanático de las antigüedades, me llamó la atención el viejo Escriche de 1910. Al pasar sus amarillentas páginas, guiado por esas coincidencias de la vida, el viejo diccionario me definió la acepción “impunidad”, tan en boga en este país y tan contradictoria con la justicia, definida ésta como un fin social. Mi curiosidad no se detuvo y pasé a otros de los diccionarios que componen la sobria biblioteca.
Cabanellas abundaba: “... la causa más común (de impunidad), porque es la que más hiere la sensibilidad colectiva, está representada por aquellos casos en que, siendo conocidos los autores no se les persigue por razones de orden político, y relacionado con el poder de facto, siempre abusivas y propias de Estados en los que la libertad ha sido cercenada, la prensa amordazada, los tribunales prostituidos y el poder entregado en manos de una minoría sostenida por la coacción, el miedo y la cobardía general”.
No se porqué todo esto me emuló un pequeño y sufrido país en el centro del continente.

Ilustrado por otros textos jurídicos, logro establecer que la probabilidad del poder público de mantener impunes delitos que sirven o sirvieron a un interés político, es mucho mayor cuando, a pesar de existir la oralidad (publicidad) de los juicios, en nuestro país el pueblo no conoce la verdad de los hechos. A esto agreguemos que sólo la Fiscalía puede iniciar la investigación y acusar, siendo sus representantes acusados de tener fuertes vínculos con el poder de facto y los partidos de la derecha, principales impulsadores de la impunidad.

A estas alturas del partido, como suele decirse, afirmar que el autoritarismo mafioso ha sido sustituido por un régimen de naturaleza democrática, es una amable ficción que convence solo a algunos pocos. De la misma manera, cuando los “fariseos de la represión y el orden” vociferan histéricos que es un atentado contra la estabilidad enjuiciar a los criminales de guerra del pueblo salvadoreño, no queda más que concluir que la justicia se continúa manejando al antojo del poder y que la susodicha democracia sigue siendo la utopía vilipendiada.

La democracia se define como un conjunto de reglas sustentadas en la igualdad la libertad, la justicia y el derecho, diseñadas para resolver cualquier conflicto sin derramamiento de sangre.
El buen gobierno democrático consiste sobretodo en el respeto riguroso de esas reglas.
En el mismo momento en que la democracia pierde de vista este principio propio que la inspira, se convierte en lo contrario, en autoritarismo, de lo que está repleta nuestra historia.

¿Por qué en El Salvador no podemos construir un sistema democrático que nos allane la libertad sobre la base de la verdad en todos los ámbitos? ¿Por qué contrariamente, insistimos en promover la cultura de la corrupción y la impunidad?
¿Por qué no se investigan las poderosas estructuras delictivas clandestinas, que medio mundo sabe que operan en el país?
¿Por qué se continúan protegiendo poderes nefastos sobre la base de ocultar la verdad y desfigurar la historia? ¿Por qué a pesar de esta realidad se insiste en que El Salvador es una democracia floreciente?
¿Debemos terminar por creer que la corrupción, el delito de los poderosos y la impunidad de las estructuras dominantes forman parte de la democracia?
¿O es que la democracia es una forma de vida que los salvadoreños nunca hemos conocido?
Los autores convienen en distinguir, en que la impunidad puede ser de hecho o de Derecho, Bernardo de Quirós (citado por Manuel Ossorio, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales) señala como impunidades de hecho las siguientes: “Crímenes que pasan, y pasarán siempre, más o menos desconocidos a los ojos de la justicia; crímenes que se conocen pero cuyos autores escapan a la acción de la justicia por no haber sido determinada su personalidad o no haber podido ser aprehendidos; delitos cuyos autores son conocidos, pero no se persiguen ni penan, por excepción abusiva debida a la organización política y social propia de cada tiempo”. La trascendencia de la impunidad en el delito, reviste caracteres no ya graves, sino alarmantes.
Lo grave es que la falta de juicio del legislador y de capacidad de actuar de las autoridades encargadas de ejecutarlas está erosionando lenta pero sistemáticamente el sistema de derecho, lo que conlleva consecuencias nefastas de no ponérsele coto a este proceso que se desarrolla ante nuestros ojos como el pan cotidiano.
El problema no es el tamaño de la pena. Es que la pena no se hace efectiva.
Sumémosle a ello que después de cumplirla, el delincuente es generalmente, más delincuente. Los aumentos a las penas del delito suelen ser taquilleros de momento. Un tema más de relaciones públicas que de política de estado. Por eso, los políticos de todas las banderas están de acuerdo en hacerlos. Por eso, lo han intentado decenas de veces. Por eso, de cuando en cuando discuten incluso la pena de muerte. Sin embargo, en un país donde el problema es la impunidad, subir las penas no ha servido. Y no quisiera ser aguafiestas, pero esta vez, tampoco servirá de mucho. Esto se viene discutiendo desde hace mucho tiempo, y la impunidad y los crímenes hoy han aumentado en una proporción de diez a uno.

¿Qué dicen los políticos promotores del aumento indiscriminado de penas, tal cuales pócimas mágicas que harán disminuir el crimen? Debe entenderse que la pena no es necesariamente disuasiva, ya que actúa después del crimen.
En este contexto resulta pertinente preguntarnos ¿Cuándo se perseguirá con el mismo ahínco a reconocidas organizaciones de poder aparentemente “decentes”, lavadoras de dinero y autores de descomunales evasiones fiscales? ¿Cuándo comenzaremos a hacer frente a la impunidad de los intocables?
¿Dónde están las políticas de estado para el buen desarrollo de la juventud salvadoreña?

En 2009 el abuso físico, sexual, la negligencia, el maltrato policial y el abandono, constituyeron los rubros más importantes en el maltrato infantil. Los esfuerzos de los legisladores y demás instituciones involucradas por mejorar estas condiciones de seguridad en el amplio sentido de la palabra, para niñas y niños que son víctimas de violencia, particularmente sexual, continúan siendo limitados frente a la insistencia de castigar con mayor severidad a estas víctimas que terminan siendo victimarios como reacción agresiva frente a una estructura social desmembrada, violenta y cínica que los excluye, maltrata y criminaliza.
Los mayores retos de la procuración de justicia residen en la depuración y saneamiento de sus instituciones, así como en mejorar y hacer eficiente su funcionamiento.
Deben plantearse incentivos para la capacitación, profesionalización, especialización y correcto desempeño de su personal. Es necesario que la Fiscalía, La Policía, la Procuraduría y la administración de justicia penal, reestructuren y reorienten a sus organizaciones y mejoren sus procedimientos.
El problema fundamental de nuestras instituciones de justicia es su ineficacia, a ellas se deben abocar los esfuerzos de reforma.
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sábado, 3 de abril de 2010

Partidos Políticos en tiempo de Jesús (y II)

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II.

Los CELOTES (celosos o fanáticos) fueron considerados, al principio, como bandidos y aparecieron entre la gente más pobre de Jerusalén, pastores y campesinos judíos, a medida que se agudizaron las contradicciones entre la Roma Imperial los conquistadores y Judea. Se apartaron de los fariseos que siempre fueron cautelosos y prudentes, calculadores y miedosos. Por eso en su tiempo Jesús llamó “hipócritas”, “sepulcros blanqueados”, a estos.

En cambio los celotes recurrían a la insurrección y a la violencia, provocaron varias insurrecciones y fueron partidarios de la guerra en todo momento; combatían los impuestos y la usura, defendían la libertad como principio al punto de decir que sólo Dios debería ser llamado Señor; se opusieron a los censos; usaron el método terrorista de asesinato por medio de sus agentes llamados sicarios; “dieron lugar a todos los males que después tuvieron lugar” dice Flavio Josefo (Antigüedades) desde su punto de vista farisaico.

Con los fariseos se insurreccionaron cuatro años antes de Cristo, pero diez años después, en otra insurrección, eran enemigos y más tarde, a medida crecía la opresión romana, las masas judías se apartaron de la influencia de los fariseos y engrosaban el partido de los celotes.

Las masas de la ciudad y del campo se hicieron celotistas y fueron las que con mayor firmeza y esperanza creyeron en el cumplimiento de las profecías, relativas a la llegada del Mesías para la redención del oprimido pueblo de Israel.

Los ESENIOS o ESEOS, llamados PIADOSOS, era una secta pacífica que surgió por el año cincuenta antes de Cristo y terminó hasta la destrucción de Jerusalén en el año setenta después de Cristo en que comienza la “diáspora” o dispersión de los judíos sobre la tierra.

Esta secta estaba formada por gente pobre igual que los celotes pero su carácter, o mejor dicho sus ideas eran diferentes. Los celotes, nacionalistas y revolucionarios rudos y violentos, aspiraban que por la fuerza Jerusalén reemplazara a Roma en el dominio del mundo: una vez esto efectuado no habrá padecimiento para el judío. Por eso esperaban al conductor, al Salvador, al Mesías.

Pero no todo confiaban, así: los saduceos y los fariseos (que formaban la intelectualidad judía de entonces) aprovechaban los conflictos sociales y bélicos con Roma para llegar a acuerdos con esta, permitiéndoseles a ellos y a sus partidarios (comerciantes y agricultores ricos) ventajas en el gobierno del reino, y los esenios, por su parte ni creyeron en la llegada del Mesías, ni en los arreglos políticos, sino que directamente organizaron instituciones económicas de defensa mutua, en las villas y pueblos de Judea.

Los esenios vivían en común; rechazan la propiedad privada; el dinero de sus trabajos lo depositan en un fideicomisario que lo emplean para las necesidades de todos; reprobaban la esclavitud; eran agricultores y artesanos; no practicaban el comercio; no producían artículos de lujo ni armas; unos eran practicantes del celibato y otros no creían que Dios “proveerá de todo y que el hombre está dominado completamente por el destino.

En este ambiente nació, creció y actuó Jesucristo. El alto mando clerical judío, el Sanhedrín, lo conceptuó como un reformador de la ley judaica y lo condenó, dando con ello lugar al más grande drama de la historia humana y comienzo de la lucha entre el judaísmo y el cristianismo, subsistente en nuestros días. Las primeras batallas de este conflicto de siglos se encuentran narradas en LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES.

Dr. Joaquín Hernández Callejas
Diario El Mundo, 2 de Febrero de 1968
San Salvador, El Salvador, América Central
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viernes, 2 de abril de 2010

Partidos Políticos en tiempo de Jesús (I)

Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Los partidos políticos en tiempo de Jesús  (I)
Dr. Joaquín Hernández Callejas
Diario El Mundo, 1 de febrero de 1968
San Salvador, El Salvador, América Central 

Naturalmente que no estamos hablando de partidos como los constituidos en la época actual en que tales organizaciones son consideradas por algunas constituciones como órganos del Estado. Máxime cuando todos sabemos que en el Oriente asiático la democracia fue desconocida para aquellos pueblos de organización teocrático feudal; y que, por consiguiente, el pueblo judío, en tiempos de Jesús, acataba la ley impuesta por Jehová y refrendada por el Rey el procónsul romano. 

En consecuencia hablamos de “partidos” en el sentido de partes, sectas o grupos sociales que canalizaban la opinión pública aparentemente sólo en cuanto a la interpretación de la ley divina; pero vista con más detenimiento y analizada la composición de las clases sociales y su actuación histórica, se verá que su contraste no obedece sólo a los intereses religiosos, sino también a intereses económicos y a preocupaciones relativas al poder político, sucesivamente en manos de los persas, los griegos y finalmente los romanos, ante quienes Herodes El Grande (el que mandó a degollar a los niños inocentes) ofreció sumisión y obediencia para mantenerse en el trono como rey de los judíos. 

Entre los judíos del tiempo de Jesucristo, cuatro corrientes intelectuales informaban o conducían la opinión pública y se disputaban el disfrute del poder económico y político, a saber: los saduceos, los fariseos, los celotes, y los esenios. Flavio Josefo, el ilustre historiador israelita que nació doce años después de la muerte de Cristo, en su libro HISTORIA DE LA GUERRA JUDAICA citado por Karl Kautsky en su obra EL CRISTIANISMO, dice que hay tres corrientes intelectuales entre los judíos: los fariseos, los saduceos y los esenios. Pero en el transcurso de la historia del pueblo judío se ve claramente que los celotes tuvieron fuerte influencia que no es justificable ignorar de ningún modo, máxime cuando el mismo Flavio Josefo los menciona con detalles posteriormente. 
  
Los SADUCEOS representan la nobleza sacerdotal que había ganado el control del estado judaico. Este control lo tuvieron por mucho tiempo: primero bajo la dominación persa, después bajo los griegos y por último bajo los romanos. Esta nobleza sacerdotal eran los señores absolutos del templo, y no olvidemos que el templo era el símbolo de poder sobre Jerusalén y sobre todo el judaísmo. El pensamiento religioso de los saduceos puede condensarse así: niegan la influencia del destino sobre la vida de los hombres y en todo; a Dios no se le puede reprochar por las buenas o malas acciones de los hombres; sólo el hombre es responsable de sus hechos de acuerdo con su libre voluntad; el alma no es inmortal y no hay recompensas o castigos después de la muerte. Flavio Josefo dice que los saduceos son crueles hasta con ellos mismos y severos con sus compatriotas y los extranjeros. 
 
Los FARISEOS comenzaron a tener influencia unos treinta y siete años antes de Jesucristo al punto que los saduceos dueños del poder actúan con la opinión de los fariseos “porque de otro modo el pueblo no los toleraría” (Flavio Josefo, “Antiguedades”, citado por Kautsky). Las ideas de los fariseos tienen su origen en la secta de los “asideos” dirigida por Judas el Macabeo que luchó patrióticamente contra la dominación de la dinastía griega de los saléucidas unos ciento sesenta y siete años antes de Cristo y fueron gradualmente dominando la opinión del judío común, cobrando más ascendencia que los saduceos aristócratas. A los fariseos se les consideraba piadosos: eran los maestros espirituales de las masas judías; los más astutos, inteligentes y poderosos; podrían haber derrocado al rey y a los saduceos pero como hábiles políticos esperaban una situación favorable para tal empresa. Las ideas religiosas de los fariseos pueden condensarse así: todas las cosas son determinadas por el destino y por Dios. El hombre puede hacer libremente el bien y el mal pero el destino influye en sus actos; el alma del hombre es inmortal; el alma de los justos entra en nuevos cuerpos; el alma de los perversos será atormentada por sufrimientos eternos. En la época de Jesús los fariseos habían alcanzado su mayor influencia en el gobierno de Jerusalén y se habían vuelto indiferentes a las necesidades de las masas.


lunes, 22 de febrero de 2010

La Democracia en América

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Las negrillas, cursivas, citas en bloque, separación y supresión de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

La democracia en América
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Alexis de Tocqueville, autor de La democracia en América.La democracia en América (cuyo título original en francés es De la démocratie en Amérique) es un texto clásico del pensador, político, jurista e historiador francés Alexis de Tocqueville (1805-1859) sobre la democracia en América, en particular sobre los Estados Unidos, en el que el autor analiza los puntos fuertes y débiles de ese país. Fue publicado en dos partes: la primera, en 1835, y la segunda en 1840. Si bien la traducción al inglés es literalmente On Democracy in America, la obra se conoce normalmente en ese idioma por Democracy in America.

El viaje de Tocqueville a América

En 1831 Alexis de Tocqueville y Gustave de Beaumont, ambos franceses, fueron enviados por el gobierno galo para analizar el sistema penitenciario norteamericano. Llegados a Nueva York en mayo, pasaron nueve meses viajando a través del país, observando no solamente las prisiones sino muchos otros aspectos de la sociedad norteamericana, como la economía y la política. También pasan una temporada en Canadá, en concreto el verano de 1831, tanto en el Bajo Canadá como en el Alto Canadá -provincias que luego se convertirían en Quebec y Ontario-.

Tras haber retornado a Francia en febrero de 1832, ambos redactaron el informe de 1833 sobre el sistema carcelario norteamericano titulado Du système pénitentaire aux États-Unis et de son application en France (Del sistema carcelario de los Estados Unidos y su aplicación en Francia). Beaumont escribió enseguida una novela sobre las relaciones raciales en el país norteamericano. En cambio, Tocqueville, que estaba fascinado por la política americana, escribió un análisis político y social, La démocratie en Amérique. La última obra sería la más influyente de las dos.

Contenido

La democracia en América es sobre todo un análisis sobre la democracia representativa republicana, y las razones por las que había tenido tanto éxito en los Estados Unidos, habiendo fracasado sin embargo en los restantes países de América.

La obra se divide en dos tomos distintos, publicados de manera independiente. En la introducción al primero el autor afirma que renuncia a escribir un segundo tomo (algo que evidentemente, no cumplirá). Más que por la fecha de su publicación, ambas partes se diferencian por la temática que tratan.

El primero versa sobre el impulso que el movimiento democrático (que es una transformación social, antes de concretarse en las instituciones políticas) da a la forma de gobierno, a las leyes y a la vida política, es decir, a la democracia como estructura política.

El segundo tomo trata sobre la influencia que la democracia (esta vez como transformación social y como régimen político al mismo tiempo) ejerce sobre la sociedad civil, es decir, sobre las costumbres, las ideas y la vida intelectual.

En síntesis, el primer tomo es más político, y el segundo más sociológico.

Tocqueville especula sobre el futuro de la democracia estadounidense y sobre los peligros potenciales "para la democracia" y "de la democracia". Escribe que la democracia encierra el peligro de degenerar en lo que él describe como despotismo suavizado. Observa también que el único papel que puede desempeñar la religión es el de su separación del gobierno, aceptando un laicismo que conviene a ambas partes.

Importancia

La democracia en América tuvo numerosas ediciones a los largo del siglo XIX, alcanzando fama de manera inmediata, tanto en Europa como en Estados Unidos, y

consagrándose en el siglo XX como un clásico de la ciencia política, la sociología y la historia.

Esta obra de Tocqueville ha sido aclamada por predecir varios acontecimientos que finalmente tuvieron lugar:

en ella se predecía la abolición de la esclavitud,

o que se produciría un desgarramiento del país en forma de guerra civil.

Predijo el surgimiento de dos superpotencias mundiales, Rusia y los Estados Unidos,

así como el equilibrio bipolar (lo que hoy se conoce como guerra fría).

También advirtió contra la tiranía de las mayorías,

el despotismo popular,

la violencia partidista y

la subordinación de los más capaces a los prejuicios de los ignorantes,

así como la ausencia de libertad intelectual y

la degradación de la administración pública,

la decadencia de la asistencia social,

la educación o las bellas artes.

Que tales cosas hayan ocurrido o no es hoy en día discutible.

La obra ha sido criticada recientemente por ciertas lagunas: el autor no menciona la pobreza de las grandes ciudades, si bien se puede argumentar que en tiempos de Tocqueville (los años 30 del siglo XIX) la pobreza no era percibida de la misma manera que en épocas posteriores.

(...)

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/La_democracia_en_Am%C3%A9rica"

(...)
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jueves, 18 de febrero de 2010

Liberalismo, una definición

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Las negrillas, citas en bloque, separación y supresión de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Liberalismo
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo"

El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político, que promueve las libertades civiles pero se niega aceptar la libertad colectiva; se opone a cualquier forma de despotismo, suscitando a los principios republicanos, siendo la corriente en la que se fundamentan la democracia representativa y la división de poderes.

Aboga principalmente por:

El desarrollo de las libertades individuales y, a partir de ésta, el progreso de la sociedad.

El establecimiento de un Estado de Derecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento con un mismo marco mínimo de leyes.

(...)

Características

Sus características principales son:

El individualismo, que considera al individuo primordial, como persona única y en ejercicio de su plena libertad, por encima de todo aspecto colectivo.

La libertad como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos: libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, etc., cuyo único límite consiste en la libertad de los demás, y que debe constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos.

El principio de igualdad entre las personas, entendida en lo que se refiere a diversos campos jurídico y político. Es decir, para el liberalismo, todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ante el Estado.

El derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual, y como derecho inalterable que debe ser salvaguardado y protegido por la ley.

El establecimiento de códigos civiles, constituciones, e instituciones basadas en la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y en la discusión y solución de los problemas por medio de asambleas y parlamentos.

La Tolerancia Religiosa.

Liberalismo social, económico y político

El liberalismo social defiende la no intromisión del Estado o de los colectivos en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, existiendo plena libertad de expresión y religiosa, así como los diferentes tipos de relaciones sociales consentidas, morales, etc.

Esta no intromisión permitiría la legalización del consumo de drogas, la libertad de paso, la no regulación del matrimonio por parte del Estado (es decir, éste se reduciría a un contrato privado como otro cualquiera, pudiendo ser, por tanto, contratado por cualquier tipo de pareja), la liberalización de la enseñanza, etc.

Por supuesto, en el liberalismo hay multitud de corrientes que defienden con mayor o menor intensidad diferentes propuestas.

El liberalismo económico defiende la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos, impulsando la reducción de impuestos a su mínima expresión y eliminando cualquier regulación sobre comercio, producción, etc.

La no intervención del Estado asegura la igualdad de condiciones de todos los individuos, lo que permite que se establezca un marco de competencia perfecta, sin restricciones ni manipulaciones de diversos tipos. Esto significa neutralizar cualquier tipo de beneficencia pública, como ser aranceles, subsidios, etc

El liberalismo político inspiró la organización del Estado de Derecho dentro del marco de la democracia liberal durante el siglo XIX, vigente en gran parte de los Estado-Nación actuales. Sus elementos principales son el poder de los ciudadanos como voluntad general de poder gubernamental y la elección de sus representantes de manera libre y soberana. El Estado de Derecho como marco jurídico e institucional resguarda las libertades y los derechos de las personas..

Liberalismo benthamiano

Una división menos famosa pero más rigurosa es la que distingue entre el liberalismo predicado por Jeremías Bentham y el defendido por Wilfredo Pareto. Esta diferenciación surge de las distintas concepciones que estos autores tenían respecto al cálculo de un óptimo de satisfacción social.

En el cálculo económico se diferencian varias corrientes del liberalismo. En la clásica y neoclásica se recurre con frecuencia a la teoría del Homo oeconomicus, un ser perfectamente racional con tendencia a maximizar su satisfacción. Para simular este ser ficticio, se ideó el gráfico Edgeworth-Pareto, que permitía conocer la decisión que tomaría un individuo con un sistema de preferencias dado (representado en curvas de indiferencia) y unas condiciones de mercado dadas. Es decir, en un equilibrio determinado.

Sin embargo, existe una gran controversia cuando el modelo de satisfacción se ha de trasladar a una determinada sociedad. Cuando se tiene que elaborar un gráfico de satisfacción social, el modelo benthamiano y el paretiano chocan frontalmente.

Según Wilfredo Pareto, la satisfacción que goza una persona es absolutamente incomparable con la de otra. Para él, la satisfacción es una magnitud ordinal y personal, lo que supone que no se puede cuantificar ni relacionar con la de otros. Por lo tanto, sólo se puede realizar una gráfica de satisfacción social con una distribución de la renta dada. No se podrían comparar de ninguna manera distribuciones diferentes.

Por el contrario, en el modelo de Bentham los hombres son en esencia iguales, lo cual lleva a la comparabilidad de satisfacciones, y a la elaboración de una única gráfica de satisfacción social.

En el modelo paretiano, una sociedad alcanzaba la máxima satisfacción posible cuando ya no se le podía dar nada a nadie sin quitarle algo a otro. Por lo tanto, no existía ninguna distribución óptima de la renta. Un óptimo de satisfacción de una distribución absolutamente injusta sería, a nivel social, tan válido como uno de la más absoluta igualdad (siempre que éstos se encontrasen dentro del criterio de óptimo paretiano).

No obstante, para igualitaristas como Bentham, no valía cualquier distribución de la renta. El que los humanos seamos en esencia iguales y la comparabilidad de las satisfacciones llevaba necesariamente a un óptimo más afinado que el paretiano. Este nuevo óptimo, que es necesariamente uno de los casos de óptimo paretiano, surge como conclusión lógica necesaria de la ley de rendimientos decrecientes.

Corrientes de estas concepciones

Estas dos concepciones radicalmente diferentes dividen al liberalismo en dos corrientes:

por un lado, una corriente igualitarista y progresista, abanderada por la teoría de Bentham y, por el otro, aquella otra corriente que no persigue la igualdad, pues considera natural que hombres diversos actuando en función de sus propias motivaciones y empleando libremente los medios de que disponen lleguen a fines diferentes.

Entre los seguidores de Bentham destacan las tesis del social-liberalismo, mientras que de Pareto surgen otras como la escuela austríaca (si bien, para esta última corriente, no es necesario en absoluto basarse en idealizaciones y estudios de equilibrios inexistentes en la realidad. De hecho, dicha escuela considera un auténtico error epistemológico pretender llevar a cabo el estudio de la economía como si se tratara de una ciencia natural . Por tanto, propone un acercamiento distinto, completamente opuesto al de los clásicos y neoclásicos, al liberalismo).

Pensadores liberales

La categoría Liberales agrupa todos los artículos sobre personalidades liberales. La que sigue es sólo una breve relación orientativa de liberales de gran relevancia en la historia de esta corriente intelectual, académica y política.

Filosofía
John Locke
Montesquieu
Voltaire
Rousseau
David Hume
Alexis de Tocqueville
Benjamin Constant
José Ortega y Gasset
Benedetto Croce
Karl Popper
Isaiah Berlin
Raymond Aron
John Rawls
Robert Nozick
Ayn Rand
Murray Rothbard
Israel Kirzner

Economía
Richard Cantillon
Adam Smith
David Ricardo
John Stuart Mill
Jean-Baptiste Say
Max Weber
Carl Menger
Alfred Marshall
Eugen von Böhm-Bawerk
Joseph Schumpeter
Ludwig von Mises
George Stigler
Friedrich Hayek
Milton Friedman
Wilhelm Röpke
David Friedman
Ludwig Lachmann

Política
Benjamin Franklin
Thomas Jefferson
Jacques Turgot
Juan Bautista Alberdi
Francisco de Miranda
Francisco Morazán
Jacques Pierre Brissot
Nicolas de Condorcet
Benito Juárez
Thomas Paine
James Madison
Eloy Alfaro
Konrad Adenauer
Ludwig Erhard
Vaclav Havel
Mario Vargas Llosa
Ron Paul

Divulgación
Frédéric Bastiat
Henry Hazlitt
Juan Montalvo
Guy Sorman
Johan Norberg
Mauricio Rojas Mullor
Octavio Paz
Carlos Rangel
Jean-François Revel
Marcos Aguinis
Thomas Szasz
Armando Valladares
Thomas Sowell
Álvaro Vargas Llosa
Carlos Alberto Montaner
Jesús Huerta de Soto
José Somoza

Bibliografía

Historia de las ideas liberales
Historia de la teoría política, George Holland Sabine, Fondo de Cultura Económica, 2000. ISBN 950-557-097-X
Historia de la teoría política (tomos 3 a 6), Fernando Vallespín Oña (ed.), Alianza Editorial, 2002. ISBN 978-84-206-7305-9
El liberalismo en occidente: historia en documentos (6 tomos), E.K. Bramsted y K.J. Melhuish (eds.), Unión Editorial, 1982-1984. Tomo 1 ISBN 978-84-7209-151-1
De Lo Político a la política. Liberalismo: El otro límite de la legitimidad. Pablo M. Fernández Alarcón. E-Prints Complutense, Madrid 2005 ISBN 84-669-1876-0
Historia del pensamiento económico (2 tomos), M.N. Rothbard, Unión Editorial, 1999. ISBN 978-84-7209-351-5

Principales obras

Oración fúnebre, Pericles, 430 a. C.
Sobre la República, Cicerón, 50 a. C.
Carta Magna, 1215.
Instrucción de mercaderes, Saravia de la Calle, 1544.
Tratados sobre el gobierno civil, John Locke, 1690.
El espíritu de las leyes, Barón de Montesquieu, 1748.
Un ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, Richard Cantillon, 1755.
Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Adam Smith, 1776.
Introducción a los principios de moral y legislación, Jeremy Bentham, 1780.
Fundamentación de la metafísica de la moral, Immanuel Kant, 1785.
El Federalista, James Madison, Alexander Hamilton y John Jay, 1788.
Autobiografía, Benjamin Franklin, 1788.
Reflexiones sobre la Revolución Francesa, Edmund Burke, 1790.
Tratado de economía política: o la producción, distribución, y consumo de la riqueza, Jean-Baptiste Say, 1803.
De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, Benjamin Constant, 1819.
La democracia en América, Alexis de Tocqueville, 1840.
Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, Juan Bautista Alberdi, 1854.
Sobre la libertad, John Stuart Mill, 1859.
El hombre contra el Estado, Herbert Spencer, 1884.
Capital e interés, Eugen von Böhm-Bawerk, 1884–1909.
La sociedad del futuro, Gustave de Molinari, 1899.
La rebelión de las masas, José Ortega y Gasset, 1930.
Camino de servidumbre, Friedrich Hayek, 1944.
La sociedad abierta y sus enemigos, Karl Popper, 1945.
Sobre el poder, Bertrand de Jouvenel, 1945.
Ética de la sociedad competitiva, Frank Knight, 1946.
La acción humana, Ludwig von Mises, 1949.
La rebelión de Atlas, Ayn Rand, 1957.
Dos conceptos de libertad, Isaiah Berlin, 1958.
La libertad y la ley, Bruno Leoni, 1958.
Una economía humana, Wilhelm Röpke, 1960.
El problema del costo social, Ronald Coase, 1960.
El cálculo del consenso, James M. Buchanan y Gordon Tullock, 1962.
Capitalismo, socialismo y democracia, Joseph Schumpeter, 1962.
Capitalismo y libertad, Milton Friedman, 1962.
La gran depresión americana, Murray Rothbard, 1963.
La maquinaria de la libertad, David Friedman, 1971.
Teoría de la justicia, John Rawls, 1971.
Anarquía, Estado y utopia, Robert Nozick, 1974.
Libertad individual: obras selectas, William Hutt, 1975.
En defensa de la corporación, Robert Hessen, 1979.
Libertad de elegir, Milton Friedman, 1980.
El capital humano, Gary Becker, 1983.
El nacimiento del mundo occidental, Douglass North, 1983.
Teoría de la democracia, Giovanni Sartori, 1987.
El fin de la historia y el último hombre, Francis Fukuyama, 1992.
Propiedad y libertad, Richard Pipes, 1999.
Desarrollo y libertad, Amartya Sen, 1999.
De la subsistencia al intercambio, Peter Bauer, 2000.
Por qué la globalización funciona, Martin Wolf, 2004.
Dando cuenta de los derechos de propiedad, Hernando de Soto, 2006.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo"
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sábado, 2 de enero de 2010

Einstein y el Socialismo

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Las negrillas, citas en bloque y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Tomado de:

http://www.analitica.com/BITBLIO/einstein/socialismo.asp

¿Por qué socialismo?

Albert Einstein

Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949.

(...)

¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen.

El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado.

Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: «¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?»

Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la «sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento;

su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra «sociedad».

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido —exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos— en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida.

El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal.

Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré «trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas.

El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática.

Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal:

primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido.

En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre» para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales.

En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo.

Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo.

La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles:

¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?


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