Usualmente negrillas y subrayados son nuestros.

lunes, 26 de abril de 2010

El Derecho Criminal

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

CRIMEN, DERECHO Y CAPITALISMO

El Derecho Penal capitalista, por sí solo, como lo hemos dicho en un escrito anterior, protege a sólo a una minoría de la población.

Oscar A. Fernández O.(*)

No conocemos ni nos explicamos completamente nuestra existencia contemporánea, porque nuestra comprensión del pasado como del presente se encuentra mitificada por una ideología (visión falsificada de la realidad) que nos miente y nos engaña constantemente y sólo sirve para preservar el orden económico-social, político-jurídico vigente.

Si se quiere eliminar la explotación y la opresión de nuestra realidad, debemos reflexionar críticamente y en forma activa acerca de nuestras propias opiniones y práctica cotidianas, comprendiendo dialéctica e históricamente la cosmovisión del mundo que nos rodea. Marx, precisa que: "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia".

En tal sentido, debemos entender que cualquier posibilidad de una vida distinta resultará únicamente de nuevas ideas que se formen cuando modificamos nuestra concepción de la realidad y de nuestro modo de vida, siendo necesario para ello un nuevo punto de partida intelectual, espiritual, político, comprendiendo que son los pueblos quienes hacen su historia por su acción según su voluntad, que es la expresión de sus ideas (ideología), las que proceden de sus condiciones de existencia material, de su pertenencia a una clase. Por lo que, solamente con una explicación teórica de nuestra práctica y de nuestras ideas podremos empezar a construir un país mejor. Estamos obligados, si nuestro objetivo es liberarnos, a crear pensamiento alternativo, coherente y correspondiente con la época histórica que nos ha tocado vivir.

En el campo del régimen legal, nuestro pensamiento se limita a confirmar una ideología oficial que respalda el orden social y económico vigente (statu quo)

Mientras no se comprenda la naturaleza del derecho en la sociedad capitalista neoliberal, seguiremos sujetos a una realidad opresiva.

De lo señalado diremos entonces, que, se necesita una filosofía crítica-marxista del orden legal imperante, que permita encarar y procurar el logro de una nueva realidad.

Únicamente con una comprensión real del significado del orden legal, a través de una Teoría crítica dialéctica e histórica, será posible superar el presente y crear una existencia alternativa al orden imperante de los grandes capitalistas, por cuanto, el objeto final de una filosofía crítica del orden legal, es la liberación que se logrará a través de una crítica de una acción revolucionarias de los seres humanos, permitiéndonos salir de esta manera de la ideología burguesa y de sus condicionantes.

El Derecho Penal capitalista, por sí solo, como lo hemos dicho en un escrito anterior, protege a una minoría de la población: a los explotadores a los detentadores del poder económico y político y por ende propietarios de los medios de producción, en desmedro de las grandes mayorías, carentes de bienes y propiedad privada de los medios de producción, y que solo son dueños de su fuerza de trabajo (desocupados, explotados, oprimidos, pobres, excluidos sociales), impidiendo así el sistema jurídico que las clases desposeídas adquieran poder, o mejor dicho lo ejerzan ya que les corresponde históricamente.

En otras palabras diríamos que tener fe ciega en los parámetros legales estipulados por el Derecho penal, y aceptar la explicación y descripción de los fenómenos del crimen y la violencia generalizada, sin el mayor análisis crítico es caer en una postura subjetiva y dogmática, al creer en la "cientificidad" de esta perspectiva de estudio del delito, de tendencia técnico jurídico y acrítica.

Las tasas de criminalidad de cualquier Estado también constituyen un índice de la medida en que la clase dominante, a través de su aparato de derecho punitivo, debe ejercer su coerción sobre el resto de la población evitando de esa manera cualquier amenaza a su capacidad de poder y poseer. Así, la ley penal como medio de coerción para el establecimiento del orden interno en interés de la clase dominante, se convierte en una premisa fundamental de la crítica radical sobre el crimen.

En El Salvador impera un capitalismo selectivo en donde no hay una economía abierta a los más pobres que son la mayoría, sino abierta a la globalización y a la especulación del capital transnacional, esto se explica debido a que existe una mala e injusta distribución de la riqueza social, de la renta nacional per cápita y tiene como complemento un alto índice de desempleo y más del 40% de subempleo o empleo informal. Con la desregulación del trabajo laboral se ha intensificado la explotación del trabajo sobre todo juvenil, incrementando la pobreza, la desocupación y la exclusión social, favoreciéndose los grandes señores capitalistas dominantes.

Esto ha demostrado en los hechos que el neoliberalismo como respuesta a la crisis de desarrollo, no sólo ha sido incapaz de resolver las necesidades básicas de la población como: salud, educación, trabajo, etc., sino que por el contrario ha agudizado las enormes diferencias existentes en nuestra sociedad actual, haciendo más pobres a los pobres y enriqueciendo más a los ricos todo por su afán de acumular más riqueza.
Es un modelo basado en la violencia, que por lógica engendra violencia.
Comprender que el sistema legal no está al servicio de la mayoría de la población nacional, sino de los intereses de la clase dominante, es el punto de partida de una comprensión reflexiva, crítica y radical del derecho penal en la sociedad capitalista neoliberal.

"La clase dominante logra mediante su empleo del sistema legal preservar un orden interior que permite a los intereses económicos dominantes conservarse y promoverse. La clase dominante sin embargo, no ejerce el control directo del sistema legal, sino que debe operarlo a través de los mecanismos del Estado".

La visón burguesa acerca del delito común se ciñe estrictamente al acto violento cometido por uno o más individuos en contra de la propiedad o de la integridad física a terceros y su solución es de exclusiva responsabilidad del Estado, quien debe ejercer la violencia legal para controlarla o erradicarla, quedando la comunidad a merced de las medidas policiales y judiciales que se implementan para tal fin.

El delito no es una anomalía, es el resultado insoslayable de la existencia del modelo de explotación y expropiación en la sociedad capitalista, que promueve un capitalismo salvaje.

El origen del delito es de carácter estructural, es inmanente al tipo de relaciones de propiedad, de producción y de intercambio que se dan dentro de ella.

La reproducción del capitalismo se presenta no sólo como producción y distribución de mercancías, también como reproducción de individuos carentes de medios de subsistencia que se ven obligados a venderse al capitalista (y esto es necesario para la preservación del sistema) pero como no todos logran incorporarse al sistema productivo –ya que este es incapaz de absorberlos en su totalidad-, se origina una "masa" de desposeídos (ejército de reserva los llamaba Marx) que no pueden garantizar en absoluto su existencia;

esta "masa" privada de todo medio de subsistencia se ve empujada a saciar sus necesidades básicas de manera instintiva e inmediata; ya no se le presentan opciones entre lo correcto o no, lo deseable o no; ahora es un asunto de perentoria supervivencia del individuo, del marginado, del execrado del disfrute de la riqueza que produce la propiedad privada, obligándose a esa "masa" a delinquir.

El drama histórico de nuestro tiempo es que la burocracia del Estado y el sistema político corrupto, debaten acerca del delito y sus consecuencias, logrando que pase desapercibido el carácter de clase capitalista del Estado, su verdadero fundamento o contenido social.

El Estado de los hombres más ricos ha planteado el debate en términos que nada tienen que ver con la supuesta defensa de los derechos de la “ciudadanía” o de los “intereses generales” de las “personas”, ni con los derechos históricos nacionales, sino con el dominio o la decisión de rescatar y fortalecer el modelo neoliberal y perpetuar una sociedad excluyente, necesaria para el desarrollo del mercado que se sustenta en la desigualdad.

(*) Profesor e investigador universitario. Asesor de la Fracción Parlamentaria e integrante del Consejo Asesor del FMLN, de El Salvador, América Central.
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domingo, 18 de abril de 2010

Lumpenpolítica

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Tomado de:


Lumpenpolítica

Carlos Gabetta
Director de Le Monde diplomatique, Edición Cono Sur

"Urgido por la necesidad de encontrar la manera de denominar a los grupos marginados del proceso de producción capitalista, carentes de toda conciencia obrera, incultos y embrutecidos y por tanto fácil presa de la demagogia o el mesianismo, Carlos Marx acuñó hace un siglo y medio el término lumpenproletariat, lumpenproletariado.

"Lumpen" significa "harapo": trozo que cuelga roto de un traje u otra prenda; andrajo, guiñapo, pingajo, según María Moliner.

El éxito del término y su uso extensivo han alterado y precisado su sentido. El harapo se ha desprendido de su prenda original; es un trozo aislado, abandonado; su destino, ya cerrado, es la suciedad y el mal olor.
La alteración de significado va más allá: nadie asocia "lumpen" con un trozo de género, sino con el modo o condición social de ciertas personas o grupos.

"Actualmente se usa para designar a los grupos sociales más marginados" (Moliner).

La precisión se da en que "lumpen" es un modo y condición, pero ha devenido una conducta social.

En definitiva, decimos de alguien que es lumpen ya no tanto por su pertenencia de clase, sino por su conducta asocial, apartada y carente de toda norma, ética o estética, en definitiva incomprensible y peligrosa para el ciudadano común y el conjunto.
El apócope se ha desprendido de proletariat y es de uso variable.

Puede aplicarse por ejemplo a "política": lumpenpolítica.(...)"

Número 7, enero de 2000

viernes, 9 de abril de 2010

Las penalidades políticas de El Salvador

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Las negrillas, sangrías y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

EL SALVADOR: PENAS Y PENAS Y PENAS...

Óscar A. Fernández O.

Este pobre país de pobres, tiene en su corta vida más penas que glorias y nuestros políticos siguen pensando que con más castigo lo haremos mejor, ¡una forma muy simple de explicarse la realidad!
En realidad, en un sistema como el nuestro lo que se castiga es la pobreza mientras se exalta el poder al margen de la decencia y los valores humanistas.
De que sirven las penas cuando la impunidad es la regla del juego, producto de un Estado debilitado y corrompido por intereses espurios. Un Estado que fue vendido al mejor postor.

Hojeando la pila de libros que nos legó mi padre (¡sabia herencia de toda una vida dedicada al Derecho!) y aunque yo no soy Jurista si no mas bien un fanático de las antigüedades, me llamó la atención el viejo Escriche de 1910. Al pasar sus amarillentas páginas, guiado por esas coincidencias de la vida, el viejo diccionario me definió la acepción “impunidad”, tan en boga en este país y tan contradictoria con la justicia, definida ésta como un fin social. Mi curiosidad no se detuvo y pasé a otros de los diccionarios que componen la sobria biblioteca.
Cabanellas abundaba: “... la causa más común (de impunidad), porque es la que más hiere la sensibilidad colectiva, está representada por aquellos casos en que, siendo conocidos los autores no se les persigue por razones de orden político, y relacionado con el poder de facto, siempre abusivas y propias de Estados en los que la libertad ha sido cercenada, la prensa amordazada, los tribunales prostituidos y el poder entregado en manos de una minoría sostenida por la coacción, el miedo y la cobardía general”.
No se porqué todo esto me emuló un pequeño y sufrido país en el centro del continente.

Ilustrado por otros textos jurídicos, logro establecer que la probabilidad del poder público de mantener impunes delitos que sirven o sirvieron a un interés político, es mucho mayor cuando, a pesar de existir la oralidad (publicidad) de los juicios, en nuestro país el pueblo no conoce la verdad de los hechos. A esto agreguemos que sólo la Fiscalía puede iniciar la investigación y acusar, siendo sus representantes acusados de tener fuertes vínculos con el poder de facto y los partidos de la derecha, principales impulsadores de la impunidad.

A estas alturas del partido, como suele decirse, afirmar que el autoritarismo mafioso ha sido sustituido por un régimen de naturaleza democrática, es una amable ficción que convence solo a algunos pocos. De la misma manera, cuando los “fariseos de la represión y el orden” vociferan histéricos que es un atentado contra la estabilidad enjuiciar a los criminales de guerra del pueblo salvadoreño, no queda más que concluir que la justicia se continúa manejando al antojo del poder y que la susodicha democracia sigue siendo la utopía vilipendiada.

La democracia se define como un conjunto de reglas sustentadas en la igualdad la libertad, la justicia y el derecho, diseñadas para resolver cualquier conflicto sin derramamiento de sangre.
El buen gobierno democrático consiste sobretodo en el respeto riguroso de esas reglas.
En el mismo momento en que la democracia pierde de vista este principio propio que la inspira, se convierte en lo contrario, en autoritarismo, de lo que está repleta nuestra historia.

¿Por qué en El Salvador no podemos construir un sistema democrático que nos allane la libertad sobre la base de la verdad en todos los ámbitos? ¿Por qué contrariamente, insistimos en promover la cultura de la corrupción y la impunidad?
¿Por qué no se investigan las poderosas estructuras delictivas clandestinas, que medio mundo sabe que operan en el país?
¿Por qué se continúan protegiendo poderes nefastos sobre la base de ocultar la verdad y desfigurar la historia? ¿Por qué a pesar de esta realidad se insiste en que El Salvador es una democracia floreciente?
¿Debemos terminar por creer que la corrupción, el delito de los poderosos y la impunidad de las estructuras dominantes forman parte de la democracia?
¿O es que la democracia es una forma de vida que los salvadoreños nunca hemos conocido?
Los autores convienen en distinguir, en que la impunidad puede ser de hecho o de Derecho, Bernardo de Quirós (citado por Manuel Ossorio, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales) señala como impunidades de hecho las siguientes: “Crímenes que pasan, y pasarán siempre, más o menos desconocidos a los ojos de la justicia; crímenes que se conocen pero cuyos autores escapan a la acción de la justicia por no haber sido determinada su personalidad o no haber podido ser aprehendidos; delitos cuyos autores son conocidos, pero no se persiguen ni penan, por excepción abusiva debida a la organización política y social propia de cada tiempo”. La trascendencia de la impunidad en el delito, reviste caracteres no ya graves, sino alarmantes.
Lo grave es que la falta de juicio del legislador y de capacidad de actuar de las autoridades encargadas de ejecutarlas está erosionando lenta pero sistemáticamente el sistema de derecho, lo que conlleva consecuencias nefastas de no ponérsele coto a este proceso que se desarrolla ante nuestros ojos como el pan cotidiano.
El problema no es el tamaño de la pena. Es que la pena no se hace efectiva.
Sumémosle a ello que después de cumplirla, el delincuente es generalmente, más delincuente. Los aumentos a las penas del delito suelen ser taquilleros de momento. Un tema más de relaciones públicas que de política de estado. Por eso, los políticos de todas las banderas están de acuerdo en hacerlos. Por eso, lo han intentado decenas de veces. Por eso, de cuando en cuando discuten incluso la pena de muerte. Sin embargo, en un país donde el problema es la impunidad, subir las penas no ha servido. Y no quisiera ser aguafiestas, pero esta vez, tampoco servirá de mucho. Esto se viene discutiendo desde hace mucho tiempo, y la impunidad y los crímenes hoy han aumentado en una proporción de diez a uno.

¿Qué dicen los políticos promotores del aumento indiscriminado de penas, tal cuales pócimas mágicas que harán disminuir el crimen? Debe entenderse que la pena no es necesariamente disuasiva, ya que actúa después del crimen.
En este contexto resulta pertinente preguntarnos ¿Cuándo se perseguirá con el mismo ahínco a reconocidas organizaciones de poder aparentemente “decentes”, lavadoras de dinero y autores de descomunales evasiones fiscales? ¿Cuándo comenzaremos a hacer frente a la impunidad de los intocables?
¿Dónde están las políticas de estado para el buen desarrollo de la juventud salvadoreña?

En 2009 el abuso físico, sexual, la negligencia, el maltrato policial y el abandono, constituyeron los rubros más importantes en el maltrato infantil. Los esfuerzos de los legisladores y demás instituciones involucradas por mejorar estas condiciones de seguridad en el amplio sentido de la palabra, para niñas y niños que son víctimas de violencia, particularmente sexual, continúan siendo limitados frente a la insistencia de castigar con mayor severidad a estas víctimas que terminan siendo victimarios como reacción agresiva frente a una estructura social desmembrada, violenta y cínica que los excluye, maltrata y criminaliza.
Los mayores retos de la procuración de justicia residen en la depuración y saneamiento de sus instituciones, así como en mejorar y hacer eficiente su funcionamiento.
Deben plantearse incentivos para la capacitación, profesionalización, especialización y correcto desempeño de su personal. Es necesario que la Fiscalía, La Policía, la Procuraduría y la administración de justicia penal, reestructuren y reorienten a sus organizaciones y mejoren sus procedimientos.
El problema fundamental de nuestras instituciones de justicia es su ineficacia, a ellas se deben abocar los esfuerzos de reforma.
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sábado, 3 de abril de 2010

Partidos Políticos en tiempo de Jesús (y II)

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II.

Los CELOTES (celosos o fanáticos) fueron considerados, al principio, como bandidos y aparecieron entre la gente más pobre de Jerusalén, pastores y campesinos judíos, a medida que se agudizaron las contradicciones entre la Roma Imperial los conquistadores y Judea. Se apartaron de los fariseos que siempre fueron cautelosos y prudentes, calculadores y miedosos. Por eso en su tiempo Jesús llamó “hipócritas”, “sepulcros blanqueados”, a estos.

En cambio los celotes recurrían a la insurrección y a la violencia, provocaron varias insurrecciones y fueron partidarios de la guerra en todo momento; combatían los impuestos y la usura, defendían la libertad como principio al punto de decir que sólo Dios debería ser llamado Señor; se opusieron a los censos; usaron el método terrorista de asesinato por medio de sus agentes llamados sicarios; “dieron lugar a todos los males que después tuvieron lugar” dice Flavio Josefo (Antigüedades) desde su punto de vista farisaico.

Con los fariseos se insurreccionaron cuatro años antes de Cristo, pero diez años después, en otra insurrección, eran enemigos y más tarde, a medida crecía la opresión romana, las masas judías se apartaron de la influencia de los fariseos y engrosaban el partido de los celotes.

Las masas de la ciudad y del campo se hicieron celotistas y fueron las que con mayor firmeza y esperanza creyeron en el cumplimiento de las profecías, relativas a la llegada del Mesías para la redención del oprimido pueblo de Israel.

Los ESENIOS o ESEOS, llamados PIADOSOS, era una secta pacífica que surgió por el año cincuenta antes de Cristo y terminó hasta la destrucción de Jerusalén en el año setenta después de Cristo en que comienza la “diáspora” o dispersión de los judíos sobre la tierra.

Esta secta estaba formada por gente pobre igual que los celotes pero su carácter, o mejor dicho sus ideas eran diferentes. Los celotes, nacionalistas y revolucionarios rudos y violentos, aspiraban que por la fuerza Jerusalén reemplazara a Roma en el dominio del mundo: una vez esto efectuado no habrá padecimiento para el judío. Por eso esperaban al conductor, al Salvador, al Mesías.

Pero no todo confiaban, así: los saduceos y los fariseos (que formaban la intelectualidad judía de entonces) aprovechaban los conflictos sociales y bélicos con Roma para llegar a acuerdos con esta, permitiéndoseles a ellos y a sus partidarios (comerciantes y agricultores ricos) ventajas en el gobierno del reino, y los esenios, por su parte ni creyeron en la llegada del Mesías, ni en los arreglos políticos, sino que directamente organizaron instituciones económicas de defensa mutua, en las villas y pueblos de Judea.

Los esenios vivían en común; rechazan la propiedad privada; el dinero de sus trabajos lo depositan en un fideicomisario que lo emplean para las necesidades de todos; reprobaban la esclavitud; eran agricultores y artesanos; no practicaban el comercio; no producían artículos de lujo ni armas; unos eran practicantes del celibato y otros no creían que Dios “proveerá de todo y que el hombre está dominado completamente por el destino.

En este ambiente nació, creció y actuó Jesucristo. El alto mando clerical judío, el Sanhedrín, lo conceptuó como un reformador de la ley judaica y lo condenó, dando con ello lugar al más grande drama de la historia humana y comienzo de la lucha entre el judaísmo y el cristianismo, subsistente en nuestros días. Las primeras batallas de este conflicto de siglos se encuentran narradas en LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES.

Dr. Joaquín Hernández Callejas
Diario El Mundo, 2 de Febrero de 1968
San Salvador, El Salvador, América Central
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viernes, 2 de abril de 2010

Partidos Políticos en tiempo de Jesús (I)

Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.

Los partidos políticos en tiempo de Jesús  (I)
Dr. Joaquín Hernández Callejas
Diario El Mundo, 1 de febrero de 1968
San Salvador, El Salvador, América Central 

Naturalmente que no estamos hablando de partidos como los constituidos en la época actual en que tales organizaciones son consideradas por algunas constituciones como órganos del Estado. Máxime cuando todos sabemos que en el Oriente asiático la democracia fue desconocida para aquellos pueblos de organización teocrático feudal; y que, por consiguiente, el pueblo judío, en tiempos de Jesús, acataba la ley impuesta por Jehová y refrendada por el Rey el procónsul romano. 

En consecuencia hablamos de “partidos” en el sentido de partes, sectas o grupos sociales que canalizaban la opinión pública aparentemente sólo en cuanto a la interpretación de la ley divina; pero vista con más detenimiento y analizada la composición de las clases sociales y su actuación histórica, se verá que su contraste no obedece sólo a los intereses religiosos, sino también a intereses económicos y a preocupaciones relativas al poder político, sucesivamente en manos de los persas, los griegos y finalmente los romanos, ante quienes Herodes El Grande (el que mandó a degollar a los niños inocentes) ofreció sumisión y obediencia para mantenerse en el trono como rey de los judíos. 

Entre los judíos del tiempo de Jesucristo, cuatro corrientes intelectuales informaban o conducían la opinión pública y se disputaban el disfrute del poder económico y político, a saber: los saduceos, los fariseos, los celotes, y los esenios. Flavio Josefo, el ilustre historiador israelita que nació doce años después de la muerte de Cristo, en su libro HISTORIA DE LA GUERRA JUDAICA citado por Karl Kautsky en su obra EL CRISTIANISMO, dice que hay tres corrientes intelectuales entre los judíos: los fariseos, los saduceos y los esenios. Pero en el transcurso de la historia del pueblo judío se ve claramente que los celotes tuvieron fuerte influencia que no es justificable ignorar de ningún modo, máxime cuando el mismo Flavio Josefo los menciona con detalles posteriormente. 
  
Los SADUCEOS representan la nobleza sacerdotal que había ganado el control del estado judaico. Este control lo tuvieron por mucho tiempo: primero bajo la dominación persa, después bajo los griegos y por último bajo los romanos. Esta nobleza sacerdotal eran los señores absolutos del templo, y no olvidemos que el templo era el símbolo de poder sobre Jerusalén y sobre todo el judaísmo. El pensamiento religioso de los saduceos puede condensarse así: niegan la influencia del destino sobre la vida de los hombres y en todo; a Dios no se le puede reprochar por las buenas o malas acciones de los hombres; sólo el hombre es responsable de sus hechos de acuerdo con su libre voluntad; el alma no es inmortal y no hay recompensas o castigos después de la muerte. Flavio Josefo dice que los saduceos son crueles hasta con ellos mismos y severos con sus compatriotas y los extranjeros. 
 
Los FARISEOS comenzaron a tener influencia unos treinta y siete años antes de Jesucristo al punto que los saduceos dueños del poder actúan con la opinión de los fariseos “porque de otro modo el pueblo no los toleraría” (Flavio Josefo, “Antiguedades”, citado por Kautsky). Las ideas de los fariseos tienen su origen en la secta de los “asideos” dirigida por Judas el Macabeo que luchó patrióticamente contra la dominación de la dinastía griega de los saléucidas unos ciento sesenta y siete años antes de Cristo y fueron gradualmente dominando la opinión del judío común, cobrando más ascendencia que los saduceos aristócratas. A los fariseos se les consideraba piadosos: eran los maestros espirituales de las masas judías; los más astutos, inteligentes y poderosos; podrían haber derrocado al rey y a los saduceos pero como hábiles políticos esperaban una situación favorable para tal empresa. Las ideas religiosas de los fariseos pueden condensarse así: todas las cosas son determinadas por el destino y por Dios. El hombre puede hacer libremente el bien y el mal pero el destino influye en sus actos; el alma del hombre es inmortal; el alma de los justos entra en nuevos cuerpos; el alma de los perversos será atormentada por sufrimientos eternos. En la época de Jesús los fariseos habían alcanzado su mayor influencia en el gobierno de Jerusalén y se habían vuelto indiferentes a las necesidades de las masas.