1. Lo que fué la realidad en el socialismo de la Unión Soviética, transgredió el principio socialista de la organización social. "A cada quien según su trabajo y a cada cual según su capacidad". En el socialismo existen diferencias sociales solamente que están basadas no en la explotación del trabajo, sino en la diferenciación, calificación y cuantificación del trabajo. Vive mejor el que mejor trabaja y el que más trabaja; en el contexto de que toda la sociedad tiene históricamente condiciones básicas de existencia aseguradas. La pertenencia al Partido, es un adjetivo no un sustantivo para obtener un status social. Lo sustantivo es el trabajo productivo; desde los clásicos de la economía sabemos que el trabajo político es improductivo desde el punto de vista económico. Sin entender el papel de la política en el desarrollo de las fuerzas productivas en el socialismo, no se puede visualizar la luz, el camino.
2. El principio socialista de organización del trabajo no es algo que DEBE SER. Es necesario luchar porque sea algo que ES. Y eso empieza por la lucha contra la degradación del principio del trabajo en la estructura política que encarnará el nuevo principio "a cada quien según su trabajo a cada cual según su capacidad". Es la única forma de prevenir la aparición de formas humanamente degradadas de conducción en la construcción de la nueva sociedad. Y esa es la lucha teórica y la lucha práctica.
3. Todo sistema económico para consolidarse ha tenido avances y retrocesos, desde el punto de vista histórico. Ni el esclavismo, ni el feudalismo, ni el capitalismo nacieron de golpe. Fueron producto de revoluciones y contrarevoluciones. Así pasa con el Socialismo. Y ante el capitalismo el socialismo sigue siendo opción de justicia humana, precisamente porque sostiene el ordenamiento social en base al principio del trabajo, que repetimos consiste en la diferenciación social en base no a la explotación sino a la cualificación y cuantificación del trabajo desplegado.
A continuación el artículo, que recibimos en nuestro correo electrónico:
¿Por qué seguir siendo socialista?
Por: Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)
Fecha publicación: 12/03/2008
Desde una posición triunfalista, casi con desdén, el discurso de la derecha puede mirar socarronamente a la izquierda mostrando su 'fracaso' en el siglo XX. Por cierto que hoy, luego de lo sucedido en las recientes décadas, elementos no le faltan para hacer el señalamiento. Los primeros experimentos de socialismos reales del pasado siglo no terminaron muy bien, y después de la caída del muro de Berlín y todo el campo soviético, más los elementos de restauración capitalista en China, el discurso hegemónico de la derecha se siente imbatible. Aunque la historia, por cierto, no ha terminado.
Como dijo el brasileño Frei Betto: 'El escándalo de la Inquisición no hizo que los cristianos abandonaran los valores y las propuestas del Evangelio. Del mismo modo, el fracaso del socialismo en el este europeo no debe inducir a descartar el socialismo del horizonte de la historia humana'.
Ahora bien: ser socialista, seguir abrazando el ideario socialista, seguir esperanzado en un mundo con mayores cuotas de justicia, no es una cuestión de pura fe, de creencia dogmática, ciega, irreflexiva. A una religión se la puede seguir por una pura cuestión de convicción, exclusivamente pasional, ilógica si se quiere. Más allá del análisis, incluso, se puede seguir una creencia dejándose arrastrar por la corriente. Pero seguir firme en el ideal socialista es otra cosa. Por cierto, mucho más que dejarse llevar por la corriente, ser socialista sigue siendo una decisión sopesada, una decisión en la que hasta nos puede ir la vida incluso, pero que se alimenta de un profundo principismo, de una ética firme. Optar por el socialismo es seguir teniendo sensibilidad social, preocupación y respeto por la dignidad humana. Es seguir creyendo firmemente en la justicia, en que lo más importante para un ser humano es otro ser humano.
Seguir optando por el socialismo no es hacer una apología del amor al prójimo. La experiencia milenaria de la vida y las modernas ciencias sociales nos enseñan que el amor incondicional, el amor por el amor mismo no existe (los dioses omnipotentes podrán amar en forma absoluta. Los humanos de a pie, más modestamente, amamos en forma parcial, fragmentaria, con cuentagotas) .
La otra opción que tenemos frente al socialismo, el capitalismo, la sociedad asentada en la explotación de una clase social por otra, ya hemos visto hacia dónde puede llevarnos: sólo hacia un holocausto como especie. El afán de poderío, la búsqueda interminable por la supremacía -cosas que pudiéramos estar tentados de tomar como naturales, como factor espontáneo de nuestra humana condición, pero que finalmente se descubren como construcciones culturales, históricas- no pueden ser el norte de la vida. Si lo son, ello depende de una historia que no nos da otra salida, que nos lleva a valorar un teléfono celular o una botella de whisky por sobre otro ser humano. Y ahí radica justamente el trabajo revolucionario, el ser socialista: se trata de cambiar ese mundo, esa historia, esa conciencia. Si se quiere: de ir contra esa corriente.
El capitalismo, la sociedad basada sólo en el lucro personal, olvida el respeto. Si el motor último de la vida es 'la ganancia', amén de ser una vida muy pobre en términos de valores humanos, como construcción social eso es una bomba de tiempo. En nombre de su búsqueda se puede sacrificar la naturaleza completa (la actual catástrofe medioambiental) , se generan contradicciones tan profundas que ya no tienen marcha atrás y se vuelven luego inmanejables (sectores sociales 'respetables' que viven defendiéndose de los 'excluidos' que reclaman su lugar en el mundo, Norte rico 'invadido' por pobres que escapan del Sur excluido), todo lo cual genera una bomba de tiempo que por algún lado estalla. O, peor aún, en nombre de defender las ganancias obtenidas, se producen guerras tan mortíferas que ponen en riesgo la habitabilidad misma del planeta. De liberarse toda la energía nuclear contenida en las armas atómicas de que dispone la humanidad hoy día, se produciría una explosión tan monumental cuya onda expansiva llegaría a la órbita de Plutón… Pero ello no impide que cada siete segundos muera de hambre una persona en el mundo, siendo el hambre -¡el hambre y no la guerra!- la principal causa de muerte de nuestra especie. ¿Triste? ¿Indigno? ¿Tremendamente pobre? Eso y no otra cosa es el capitalismo.
La derecha podrá mostrar -con razón en muchos casos- que los experimentos socialistas tuvieron innumerables errores: verticalismo, abuso de poder, falta de libertades públicas, nepotismo, ineficiencia, burocratismo, culto a la personalidad de los líderes y una interminable lista de lacras y mezquindades vergonzantes. También la izquierda lo dice en una visión autocrítica de esas experiencias.
Las sociedades basadas en la explotación de clase no ofrecen salidas y son, inexorablemente, una afrenta a la equidad entre humanos.
Y el socialismo es dignidad.