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El Estado y el Mito
Joaquín Hernández Callejas
El Estado es definido de distintas maneras, pero, en esencia, tienen el mismo objeto: "una organización total de la Sociedad", "la organización jurídica de la Sociedad"; "la autoridad soberana que ejerce el gobierno de las cosas y de las personas dentro de un territorio nacional"; "el poder organizado de una nación"; "una de las formas históricas posibles y concebibles, por la que una comunidad política institucionaliza su unidad, y asume la responsabilidad de su destino nacional".
A esta figura social, jurídica e histórica, se le han atribuido varios elementos, cualidades o propiedades que invaden los linderos de lo mítico. Esos elementos, cualidades o propiedades son: eternidad, divinidad, consubstancialidad (a la naturaleza del hombre), inmanencia (en la esencia de todas las cosas, en el macrocosmos y en el microcosmos); inherencia total (en la esencia de la sociedad humana) anterior a las partes (individuo, familia, sociedad), realización objetiva de la idea, etc. La metafísica racionalista e idealista se ha enseñoreado justificando de la manera más acusiosa y refinada tales atributos. Y así el Estado ha pasado a ser considerado como una entidad mágica, mística y suprema que todo el mundo intuye como un demiurgo: un dios o un demonio, fantástico...
La investigación sociológica, económica, histórica y política de los pueblos, ha venido a demostrar que el Estado es un producto histórico de la sociedad que ha llegado a cierto grado de desarrollo y que, de elemento armonizador de las diferencias con que apareció, se ha convertido en instrumento de dominación por las clases poderosas con el doble objeto de mantener su superioridad y sus privilegios, con lo cual queda destrozada su pretendida esencia mítica.
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