Usualmente negrillas y subrayados son nuestros.

martes, 14 de mayo de 2013

SIRIA: LA CONSPIRACIÓN

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SIRIA: LA CONSPIRACIÓN DEVELADA 

“Una mentira repetida mil veces termina por convertirse en verdad”. 

Joseph Göebbels 
Ministro Nazi de Propaganda 

Hace solo dos años, los sirios vivían en paz. Ignoraban todo sobre el armamento que descubría el ejército en los escondrijos de las milicias o cuando entraba desde Turquía o el Líbano. Nunca habían visto los obuses, los fusiles y metralletas de todas las clases, las bombas ensordecedoras, los obuses antitanque, los revólveres, los aparatos de espionaje, los catalejos de visión nocturna, las cargas explosivas, los chalecos antibalas, para ser usados contra el pueblo sirio. 

El informe de la Comisión de los observadores árabes - que visitaron los lugares donde se produjeron estos eventos criminales y encontraron a las víctimas - informó que el mandato de la Liga Árabe enviado a Siria no mencionaba las bandas armadas. Y que estas bandas atacaban a los civiles y las instituciones públicas y privadas, obligando el ejército regular a replicar. La Liga Árabe, dirigida hoy por Qatar y Arabia Saudí, creyó que el informe redactado por los observadores iría en el sentido de legalizar una intervención militar. Pero la atrocidad de los crímenes, el ardor de las víctimas que expresan su dolor, y la conciencia política de los sirios, permitió a las personas honradas de la Comisión transmitiesen la verdad. 

La Liga Árabe no es una organización pan-árabe que representa democráticamente a los 22 países árabes que la forman. Es en realidad controlada por el Consejo de Cooperación del Golfo, las seis petro-monarquías del área y se funda como contención contrarrevolucionaria y contra la soberanía del petróleo. En el pasado año, durante el cual el CCG ha expulsado (ilegalmente según sus propios estatutos) a dos países Libia y Siria, se pudo comprobar que quien toma las decisiones es en realidad la tiranía de los Saudi que tiene el poder real. La actual Arabia Saudí se fundó como país prácticamente por un acuerdo entre una familia y los colonialistas occidentales. La monarquía de Arabia Saudí sigue siendo la Casa de los Saudí, fiel aliada a Estados Unidos y primera socia petrolera. 

¿Por qué entonces los dirigentes occidentales y las instituciones internacionales no aprobaron ese informe redactado por especialistas en seguridad y militares que documentaban los acontecimientos tales como ocurrían en el mismo lugar? Prefirieron adoptar lo que elabora minuciosamente la "Organización siria de los derechos humanos", con sede en Londres; una organización fantasma ligada a los servicios secretos israelíes-norteamericanos, británicos, franceses y a los despóticos jeques del petróleo, que inventa las "informaciones" difundidas sobre pedido. 

Por su parte, la implicación de Israel, hoy aliado de los Saudi en el conflicto sirio, no es nueva y el último bombardeo no hace más que confirmar lo que se sabía desde hace tiempo. Un canal de televisión no gubernamental, transmitió hace solo unas semanas imágenes de un alijo de armas aprehendido a los rebeldes por el ejército sirio, en cuyas cajas de madera se veían los nombres, con letras de imprenta, de conocidas empresas de armas israelíes. Cabe preguntarse si entre el armamento que Israel ha enviado a los rebeldes también hay gas sarín. Israel tiene un interés especial en romper el nexo que une Teherán con Beirut a través de Damasco. (www.publico.es

La coyuntura de la región ha puesto del mismo lado a Israel y a numerosos países árabes que por unos motivos similares y otros distintos se han tornado en compañeros de viaje del estado sionista. A la cabeza de todos ellos están Arabia Saudi y Qatar, dos estados que apoyan a los supuestos “rebeldes”. 

En el sangriento conflicto que se inició en marzo de 2011, han muerto más de 70.000 sirios, creando una infinidad de exiliados y desplazados, pero esto no parece importar mucho a nadie cuando se ponen delante las ganancias geo estratégicas que se pueden obtener a cambio de tantas desgracias. Arabia Saudí trata de aprovechar sus bazas para ganar en tres frentes, el sirio, el iraní y el libanés, que casualmente son los mismos frentes que tiene Israel. En otras palabras, el "eje del mal chií" es el enemigo que hay que aislar y destruir y los países sunníes y el estado judío lo ven de la misma manera. 

Nuevas evidencias constataron el vínculo de gobiernos como el de Arabia Saudita en el envío de mercenarios a Siria, con el objetivo de derrocar al gobierno del presidente Bashar Al Asad. La revelación de un documento oficial saudí demuestra cómo el gobierno de ese país ordenó la excarcelación de centenares de los criminales más peligrosos para que se unieran a grupos extremistas que operan en territorio sirio (Radio Habana, Cuba) El cinco de febrero de este año, un funcionario del gobierno saudí en Jordania, en declaraciones al periódico panárabe Al-Hayat, afirmó que desde que comenzó el conflicto con Siria, han entrado a este país unos dos mil quinientos saudíes y varios se encuentran encarcelados. 

El problema no reside solamente en que las potencias occidentales que sostienen la guerra contra Siria, no quieran reconocer que son los verdaderos autores de los crímenes y violaciones de los derechos humanos. ¿Es posible cambiar la estrategia para evitar la conflagración? Los tiempos cambian; dice Fidel Castro, “son totalmente nuevos”. Para invadir Iraq hacía falta mentir -las armas de destrucción masiva- y frente a las mentiras de EEUU y la UE, los anti-imperialistas nos defendíamos diciendo la verdad, con lo que los medios capitalistas se debilitaron y se robustecieron los nuestros. El problema es que para intervenir en Siria -si finalmente ocurre- habrá que degradar la verdad: que allí hay una dictadura feroz y que una parte del pueblo se ha levantado contra ella. Si ya se condenó al Estado Sirio, ¿quién pagará en Occidente los asesinatos de lesa humanidad cometidos otra vez en defensa de los derechos humanos? 
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viernes, 3 de mayo de 2013

Conflicto social, castigo y orden de clase.

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Las negrillas son para efectos de estudio.
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Conflicto social, castigo y orden de clase. 

Il diritto dei poveri è solo piangendo. “Proverbio Italiano”

Oscar A. Fernández O. 

A menudo se habla de crisis del Derecho Penal, no obstante, la convicción errónea de que puede solucionar los problemas de la sociedad aún está muy arraigada, especialmente en el pensamiento más conservador. Teóricamente, el Derecho Penal Moderno está presidido por el principio de intervención mínima, la última ratio y el de subsidiariedad.

El Derecho Penal en sí mismo constituye una respuesta tardía y deficiente al fenómeno de la delincuencia, puede aceptarse su aplicación solo cuando sea inexcusable como manifestación de una justificada protección personal y social, por ello consideramos que en la búsqueda de soluciones viables y efectivas en la lucha contra la criminalidad se transita por el reconocimiento de que la respuesta penal no puede valorarse como la única, ni como la alternativa de mayor peso en el enfrentamiento al fenómeno. El Derecho Penal constituye solo una parte del sistema regulador de la delincuencia, es el último recurso controlador de la sociedad. 

La ficticia contradicción prevención - represión, no es el fracaso del sistema penal que confía más en la represión, sino las groseras contradicciones y desigualdades que presenta nuestra sociedad, exacerbadas por una estrategia capitalista extremista que descarta el bienestar social, aumenta la exclusión y potencia la concentración de la riqueza. La policía no es un hecho metafísico, sino que político; no es una institución simplemente del Estado, sino siempre de un determinado Estado. 

En el campo del régimen legal, nuestro pensamiento se limita a confirmar una ideología del Establishment que respalda el orden social y económico vigente (statu quo) Mientras no se comprenda la naturaleza del derecho en la sociedad capitalista neoliberal, seguiremos sujetos a una realidad opresiva. De lo señalado diremos entonces, que, se necesita una filosofía crítica-marxista del orden legal imperante, que permita encarar y procurar el logro de una nueva realidad. 

La problemática de la criminalidad es un asunto complejo, que debe ser abordado de manera sistemática y multifactorial, hemos insistido en ello. El cumplimiento de este objetivo está condicionado a la sensatez de las soluciones propuestas desde la política criminal estatal. Contario sensu el problema se agravará, pasando de formas simples a más complejas, pues sus efectos se acumulan y se convierten en causas. 

El origen del delito es de carácter estructural, es inmanente al tipo de relaciones de propiedad, de producción y de intercambio que se dan dentro de ella. La reproducción del capitalismo se presenta no sólo como producción y distribución de mercancías, también como reproducción de individuos carentes de medios de subsistencia que se ven obligados a venderse al capitalista (y esto es necesario para la preservación del sistema) pero como no todos logran incorporarse al sistema productivo –ya que este es incapaz de absorberlos en su totalidad-, se origina una “masa” de desposeídos (ejército de reserva los llamaba Marx) que no pueden garantizar en absoluto su existencia; esta “masa” privada de todo medio de subsistencia se ve empujada a saciar sus necesidades básicas de manera instintiva e inmediata; ya no se le presentan opciones entre lo correcto o no, lo deseable o no; ahora es un asunto de perentoria supervivencia del individuo, del marginado, del execrado del disfrute de la riqueza que produce la propiedad privada, obligándose a esa “masa” a delinquir. 

Es lamentable que proyectadas políticas progresistas y civilizatorias, en materia de seguridad pública, sean víctimas de un cuestionamiento superfluo y dogmático, y reorientadas a la utilización del derecho represivo para responder los múltiples conflictos sociales. Los legisladores no deberían continuar pensando la función policial como exclusivamente represora del crimen y a la policía como una agencia estatal destinada sólo a la ejecución de la norma penal. 

No obstante lo alentador que resulta la llamada tregua de las pandillas, sobretodo en la disminución de los homicidios, el debate no ha perdido actualidad. Por el contrario, todos los días seguimos encontrándonos con sectores del poder político, que pretenden echar mano al derecho penal para “solucionar” conflictos. También desde otro ángulo, seguimos encontrando justificaciones doctrinarias de esas prácticas, plagadas de un positivismo a ultranza. De ahí la insistencia por nuestra parte de seguir investigando, acerca de los verdaderos límites del poder punitivo del Estado. 

El escepticismo y la suspicacia de la población respecto a la efectividad de la protección legal en nuestro país, no carece de justificación. Esto ocurre porque la concepción del derecho ha cambiado y la ley no ofrece garantías ni se demuestra efectiva para todos. Lo cual se ha convertido en una “razón de peso” para los que detentan el poder, para argumentar que la ley de la sociedad debe ser suplantada por la ley del mercado, es decir, la ley de los iguales por la ley de los desiguales, dónde unos pocos controlan el poder y otros muchos sufren las brutales consecuencias de este abuso. 

Por ello como dice Norberto Bobbio: “La relación entre derecho y política se hace tan estrecha, que el derecho se considera como el principal instrumento mediante el cual las fuerzas políticas que detentan el poder dominante en una determinada sociedad ejercen su dominio”. En este sentido, la relación entre derecho y política es vital para comprender los distintos modelos jurídicos y la lógica de sus transformaciones 

Si la nueva realidad nos demanda construir un Estado democrático dónde el Derecho no sólo sea norma sino un límite del poder y la característica sea virtud y sabiduría para gobernar respetando las libertades, no nos escudemos culpando al Derecho de nuestra incapacidad de entender la democracia, porque en el principio de este mito se encuentra la mentira que justifica al fascismo. Nos encontramos frente a una criminalización primaria tan ilusa, simplista y demagógica, que echa mano de la pena para solucionar problemas que deben ser resueltos en otro plano, todo en nombre del orden de clase
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