LA ACTUALIDAD EN EL PENSAMIENTO DEL CHE
Oscar A. Fernández O.
“Déjeme decirle, a riesgo de parecer
ridículo,
que el revolucionario verdadero está
guiado
por grandes sentimientos de amor.”
Ernesto “Che” Guevara.
Hablar del pensamiento del Che,
es hablar también de su obra, de sus actos, de su vida, de sus intentos, de sus
fracasos, de sus sueños. Uno de los aspectos tal vez más significativos que
explican la trascendencia del Che, la perdurabilidad de su ejemplo en el
imaginario popular en distintos rincones del mundo, su especial manera de volverse
universal, su “entrañable transparencia”, es la imposibilidad de distinguir en
su vida, las palabras y sus actos. Es la íntima relación entre teoría y
práctica, en la unidad de su ejemplo. Porque el Che fue un hombre que intentó
permanentemente hacer teoría desde las prácticas colectivas, y desde su propio
ejemplo.
Hablar de la actualidad del
pensamiento del Che, nos coloca en primer lugar frente a la vigencia de la
revolución en América Latina, donde el dejó lo principal de su obra de
constructor, y lo más querido entre sus seres queridos.
La lucha por generar una conciencia
socialista, se volvió en el Che una batalla cotidiana. No se trataba solamente
del heroísmo de los grandes momentos, sino de la capacidad de entregar lo mejor
de cada cual, para hacer posible la felicidad, no sólo del pueblo en el que
pudo realizarse como creador, sino la felicidad de todos los pueblos del mundo.
El altruismo, tantas veces exaltado por quienes lucharon junto al Che, era un
factor orgánico de esta búsqueda.
Hombres nuevos, nuevas mujeres,
se van formando con los perfiles de militantes no domesticados, lo contrario de
aquellos militantes reconvertidos que para “hacer carrera”, una y otra vez
bajan la cabeza, repiten la orden, transforman los roles de dirección en
funciones de disciplinamiento jerárquico, y finalmente renuncian a toda
rebeldía.
“No debemos crear asalariados
dóciles al pensamiento oficial ni «becarios» que vivan al amparo del
presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas. Ya vendrán los
revolucionarios que entonen el canto del hombre nuevo con la auténtica voz del
pueblo.”, escribía el Che en 1965 en su carta a Aníbal Quijano conocida como
“El socialismo y el hombre en Cuba”.
El Che denuncia de manera categórica el recurso de tomar “como arma para
luchar contra el capitalismo, las armas del capitalismo”. Las motivaciones de “la sociedad donde la filosofía es la
lucha del hombre contra el hombre, de los grupos contra los grupos y la
anarquía de la producción” no podrán ser despertadas y utilizadas
eficazmente para servir a una sociedad basada en el poder popular. Ésta exige
control riguroso y consciente, “la colaboración entre todos los participantes
como miembros de una gran obra para dejar de ser lobos entre sí”
Su proyección humanista que parte siempre del
hombre como protagonista del proceso revolucionario, defensor del compañerismo,
la identificación con los trabajadores, la preocupación por la familia y por los
hijos, un hombre capaz de vibrar ante las injusticias que pudieran cometerse en
cualquier lugar del mundo. Así el Che Guevara realiza una de las contribuciones
más ricas y significativas al desarrollo del humanismo marxista.
Con el Che, vemos un proyecto integral económico, ético y
político. En cierta medida se convirtió en un teórico de la revolución, que
analizó mucho los senderos del socialismo e insistió en que cada nación debía
pensar por sí misma y trazarse sus propias estrategias, de acuerdo a sus
condiciones, sin necesidad de copiar modelos. Aquí se evidencia como el Che con
su visión, se anticipó al triste escenario que tendría que contemplar el mundo
años más tarde.
Hoy,
en los albores de este siglo XXI, dónde pareciera que todo lo logrado por la humanidad se
pierde, incluso la esperanza, el Che regresa, evidenciado en la resistencia de
los pueblos y el valor permanente de las ideas y del ejemplo. Sin embargo, el
pensamiento del Che sigue encontrando escollos y ha tenido que ir ganando
espacios paulatinamente, aún entre algunas expresiones de izquierda.
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